Revistas >

OJOXOJO >

vol. 03 >

Reseña >

Luis Cruz Álvarez | «Abro el miedo», de Teresa Orbegoso

Luis Cruz Alvarez - «Abro el miedo» de Teresa Orbegoso

Las Furias Editora | Buenos Aires | 2021 | 78 pp.

I

Desde el índice podemos apreciar un mapa, un viaje que nos sumerge en un cuerpo ¿silente?, ¿doliente? ¿esperanzado? ¿figurado? ¿poético? ¿contemplativo? O ¿gozoso?

 

La palabra “abro” se presenta ante los ojos del lector como algo en doble acción, un doble referente como dirían algunos filósofos del lenguaje. La autora se abre pero alguien o algo también la abre. ¿Cómo usar la poesía para describir dos movimientos, el acto íntimo de abrirse y el lado pragmático de un algo que la abre? La respuesta no es fácil.

 

Y no es fácil porque para escribir la autora necesitó transmutar(se), una operación que lo usa en varios momentos del libro y nos damos cuenta desde el inicio con las citas, que luego serán voces en el poemario, para entrar en esa anatomía del miedo.

 

La autora usa una descripción mística y cromática de Inger Christense para los colores de algunas sustancias de la quimioterapia: “y el iris amarillo-cromo, el azul, el oxígeno sobre todo; existen…”.

 

Orbegoso también usa a Inger para describir el tamaño inicial de este miedo, un abismo gigante ante nosotros: “Así empezó. Eso es. Contínua. Se mueve. Más allá. Nace. Deviene eso y eso y eso”

 

 

II

Para la autora, el cáncer tiene voz. Y nos plantea que será un dialogante inquisidor, omnipresente y omnipotente: “acuérdate de mí ahora que eres adulta y que han llegado los tiempos en que el agua bendita es sólo agua. Los tiempos en el que el hábito del santo ha sido abandonado en la playa. Los tiempos que tu páramo se ha partido en dos”.

 

El cáncer siempre estuvo ahí.

 

“Las células buenas se encuentran con las células malas en la danza de las células” decía Hermes Trimegisto que lo que es arriba es abajo, y así como los grandes cuerpos bailan y se aniquilan entre sí, Teresa nos demuestra que a una escala de células el cáncer es un siniestro ente que celebra una danza de vencedor.

 

 

 

III

Purificación, es el proceso que también lleva la autora con el cáncer. Es una limpieza tan radical del cual es consciente que en el camino se puede llevar lo que ella es.

 

“A la vencedora se le dará una revelación y se le dará también una pureza nueva”.

 

Todo esto es dantesco y lo expresa en momentos como: “tener corazón para la paz. Tener corazón para la peste”.

 

Y si asociamos la purificación a un sentido femenino del agua, en el sentido de las culturas del amazonas y contrario a un castigo divino personificado en Eva, no es de extrañar que Teresa le dé una naturaleza femenina al cáncer, que la haga su confidente, que es otra mujer así como lo es ella: “un tronco se parte entre las dos”

 

 

IV

En todo este proceso encontramos una postura filosófica, una inclinación panteísta al estilo de Spinoza (adrede o no) que ante la pregunta ¿qué es esta enfermedad? dé una respuesta en la que ella y la enfermedad son parte de la vida, de la naturaleza y del todo. Ambos comparten el mismo origen: “tu joroba, tu aleta”.

 

“Mi cáncer era algo que venía, tuvo nacimiento y tiene nacimiento, sigue viniendo hasta que respira. Como branquia, erizo y salamandra”.

 

Y esta pregunta se instala en el quehacer de la poesía, el cáncer ¿para qué en la poesía? (parafraseando a Hördelin): “Cuando el cáncer del poeta pueda volar el cáncer será olvidado por todos. Y algo. Algo será”.

 

Esta cuestión filosófica toma metástasis, no solo es cuestión cuerpo ni de ánimo, hay cáncer en la mente “El cáncer del pensamiento nace, alumbra, contempla, se detiene, se pierde”.

 

Asimismo, la autora plantea una cuestión de tiempo, para ella somos relojes que en cualquier momento nos malograremos y detendremos pero hasta ese momento debemos seguir escribiendo, “el cáncer de todos los cánceres. El del esfuerzo humano”.

 

Cierro estas cuestiones filosóficas para entrar a una de curiosidad simbólica y una pregunta para la autora que espero alguien la pueda responder ¿qué es el cáncer quechua? ¿es ella, son sus ancestros o es una recopilación de toda la pictórica de culturas preincas como los huacos retratos que representaban incluso las deformidades?

 

 

V

Herida, aunque nos trae la idea de cosa dañada para Teresa es el inicio de imágenes, fracturas y paralelismos entre su dolor y todo el dolor de la historia:

 

"derrumbada la torre de Babel existe el once de septiembre existen los incendiados de la guerra con Chile como limbos descoloridos”

 

“y siempre un ejército que arrea pueblos pueblos negros pueblos cobrizos… Existe un sol enterrado entre Comas y el desierto de Atacama”.

 

“El cáncer de la memoria es multiplicar. Tan solitaria como la probabilidad que exista algo.

 

“Tu lucha está dentro de la poesía como un pequeño huevo”.

 

En todas estas imágenes, el cáncer toma más y más realidad a tal punto que la vuelve una antena de su tiempo: “y los ronderos campesinos existen, una callada aldea, sentenciado, seco y quemado a metrallazos, los ronderos campesinos existen.

 

"Sutura" es un aire de adiós. El cáncer sabe que se va y se vuelve más íntimo con la autora así que comienza a develar esa vida secreta y, entonces, uno se pregunta ¿hasta qué punto sabe tanto de nosotros una enfermedad?

 

“Hoy te sigo viendo a lo lejos hablando al silencio, doblando tus sostenes, contando tus vestidos, sentada sobre tu cama, esperando a que se hagan las siete y llegue tu marido, tú única alegría en esta ciudad que te da tanto calor y tanto miedo".

 

Finalizamos este viaje con "Cicatriz", un cierre que quiere celebrar la vida sobre cualquier fatalidad, la vida que empieza con una idea:

 

“Una fuerza extraña detrás de la voluntad”

 

se desarrolla en este campo vital, un campo son su claro oscuro

 

“y detrás del pensamiento una niña pierda en una plaza su virtud y detrás de la virtud explota la escuela de la alegría".

 

Para terminar en la misma idea original “Aquí estoy otra vez frente a la voluntad” Voluntad que ganó sobre el cáncer e hizo que “El agua que sale de mi pecho vacío es tan poderosa como un manantial”.

 

Luis Cruz Álvarez

[Lima, 1981] Ingeniero Industrial de la Universidad de Lima, con doctorado en Educación por la UNINI México. Publicó los libros Tetrameron (Fondo de la Universidad de Lima, 2003), Lumen (Nido de Cuervos, 2007); Radio Futura (Lustra Editores, 2008); Osario de Criaturas Perplejas (MiCielo Ediciones, 2014), La Música del Hielo (Pájaro en los Cables Editores, 2015) Hombre Fractal (Bisonte Editorial, 2018) y Jardín Mecánico (Editorial Primigenios, 2020. Formato E-book). Ha sido finalista del premio Nacional de Poesía (Perú, 2019) y del premio Copé de Poesía (Perú, 2021). Así mismo, parte de su poesía ha sido traducida al inglés, italiano, bengalí y uzbeko. Poemas suyos aparecen en diversas antologías y revistas física y digitales a nivel internacional como Una Invitación – Un poema (Rumbos Editores, Santiago de Chile, 2021), y Antología de Poesía Iberoamericana Actual (Ex Libric ediciones, Málaga, 2018) entre otros.

Luis Cruz Álvarez

Volver a Revistas > OJOXOJO > vol. 3

Scroll to Top