Luis Miguel Hermoza Moreno, yo, nací en Trujillo, al norte del Perú, tierra de valles y desiertos o de valles en medio de desiertos, ríos generalmente secos —es así como los recuerdo. Alguna vez corrió por ahí bastante agua y fructificaron reinos: los reinos Mochicas (II-VII d. C.) y el reino Chimú (XI-XV d. C.), civilizaciones sofisticadas, hedonistas, adoradoras de la Luna y el Mar, como yo. Pero me llevaron a Lima, de niño; a Barcelona, de joven; a París de adulto; ahora, ando por Marsella y por donde ando, y ande, me identifico como mochica, por sobre todo.

Reseñas/Entrevistas/etc.

Trilogía del signo: una escritura habitada por esa cosa rara y milagrosa que llaman una voz personal (Reseña, 2020)


Por Fernando García Moggia

Pueblo Joven, II y Tan igual pero distinto: tres libros que en conjunto arman una trilogía pero que –cuestiones editoriales aparte– pueden leerse como las tres partes de un solo y extenso libro de poesía. Eso al menos pensé una vez que finalicé la lectura de todos ellos, con la sensación de que había una misma escritura desplegándose y creciendo a cada línea, como si se tratase de esos hongos que aparecen en la ducha y que con el tiempo van tomándose el baño, el pasillo, la cocina, las habitaciones, el piso, el edificio entero: un organismo internamente coherente que fagocita a cada paso su exterior transmutándolo en materia poética de alta voltaje.

Miento. En verdad comencé a leer por el final. En mis manos cayeron estos tres libros del poeta peruano-emigrado-a-europa L.M. Hermoza, unidos por una banda de papel transparente, a cuyo pie puede leerse Trafalgar Square, y en su interior: “Manchester – MMXVIII” (en cristiano: 2018). Tres libros, un solo pack: ¿una trilogía? Pero qué es esto ¿El padrino? ¿El señor de los anillos? ¿Raúl Zurita? No me convencía la idea, así que de puro mono porfiado que soy comencé por el que supuestamente era el último: Tan igual pero distinto. Me lo leí de un tirón, sin saber a qué era igual ni a qué distinto, pero notando rápidamente que se trataba de una escritura, sino nueva, sí del todo singular, habitada por esa cosa rara y milagrosa que llaman una voz personal.

“no sé si era o no un ser / pero ahí estaba // un algo presente respirando / luz que invade lento lo gris”, con estos versos comienza este tercer libro y vueltos ahora a leer se me hace que condensan en apenas cuatro líneas el devenir del resto. Un ser, un algo, una presencia que no se puede esclarecer del todo pero que irradia luz hacia el espacio vital de la palabra; una presencia que se intuye, se siente, se huele, que a ratos toma la forma de una bestia, de un toro, de un animal; que es pura fuerza, vigor e intensidad, pero también fragilidad, enfermedad y muerte; una presencia que pareciera ser el movimiento mismo de lo vivo ¿el deseo? Tal vez. Lo cierto es que la voz de estos poemas despliega un manojo de situaciones, imágenes, referencias y desdoblamientos que se van solapando con una soltura cada vez más vertiginosa, en un crescendo constante, cantando –sí, cantando– al compás de ritmos encabalgados, con una sintaxis proyectiva y neologismos varios que, no obstante sus piruetas, resultan siempre expresivos. Una escritura, en definitiva, decidida a subirse sin salvavidas al bote del poema para remar en esas aguas peligrosas del lenguaje en donde las lenguas se mixturan. Y en ese viaje –porque se trata de eso: del tránsito, el cambio, la migración–, lo que salva a la palabra del ahogo no es otra cosa que la respiración y el hallazgo: esa luz que invade lo gris. Como decía la vieja cantinela del griego: lo importante no era el destino, sino el camino. Estos poemas parecen surgir de la extrema incertidumbre de ese trayecto, con una urgencia vital que trasciende –sin desdeñar– lo estrictamente literario.

Pero vamos por partes. Después de leer el último libro, me decidí a leer los otros dos en orden, me intrigaba la idea de conocer cuál había sido el recorrido para llegar al notable estilo del tercero, si acaso había un recorrido o si acaso, en cambio, había un universo independiente en cada libro. Creo, luego de leerlos, que hay un poco de ambas cosas.

El primer libro, Pueblo Joven, inaugura un universo imaginario de tintes pos-apocalípticos que recuerda a libros como El temblor del cielo de Vicente Huidobro, pero sobre todo a películas gringas ochenteras como Mad Max o Blade Runner. En estos poemas, más narrativos e hiperbólicos en su conjunto que los otros, una pandilla de jóvenes omnipotentes que parecen haber sobrevivido a una catástrofe estelar, salen a hacer de las suyas en un mundo en ruinas habitado por todo tipo de bestias pos-humanas, un verdadero bestiario de sobrevivientes, y en el que acaban enfrentándose a las propias fuerzas que despertaron. Este primer libro da título a la trilogía, y en ese sentido alberga las búsquedas esenciales de ésta: la conformación de una comunidad otra, de una forma distinta de relacionarse a la signada por la cacareada civilización occidental, una en donde la hermandad se establece a través del tráfico de lo que más teme el Orden: las pasiones.

En el segundo libro (II), escrito en prosa o prosa poética, el “nosotros” de ese primer libro parece haberse disgregado en desmedro de un “yo” en pleno viaje, habitado por los fantasmas de una comunidad perdida (y sus sueños omnipotentes) y la presencia de los nuevos encuentros y los lazos transitorios que conforman ahora otro tipo de comunidad, una hecha de migrantes, melómanos, ciborgs y eternos adolescentes. El ritmo galopante de la prosa, la yuxtaposición abrupta de diálogos o escenas de ultra-violencia, el cambio de tiempos y locus, la aparición y desaparición de personajes, el repertorio musical que va de Brahms a Héctor Lavoe y más: es como si el autor se hubiera decidido a echar todo lo que tenía adentro a la juguera y la encendiera a máxima potencia, apretando bien la tapa para que no se rebalse. El resultado es en apariencia caótico, pero si se aguza el ojo y el olfato se vislumbra un dominio de los materiales de quien sabe perfectamente lo que está cocinando.

Este es el momento de la reseña en que para finalizar uno se pone a buscar filiaciones y sacar conclusiones: decir, por ejemplo, de qué manera esta trilogía retoma con oficio y talento el flujo imaginativo de la poesía de Huidobro, mezclándolo con el desparpajo verbal de un poeta como Oliverio Girondo (vid. En la masmédula) y con una desfachatez e irreverencia que a su vez recuerda a la poesía del peruano Lucho Hernández. Incluso su poesía me hace pensar en esa idea del escritor polaco radicado en Buenos Aires, Witold(o) Gombrowizc, para quien la “inmadurez” representa la fuerza creativa por excelencia de cualquier cultura, a cuya ausencia una cultura como la europea (no así las que proliferan en Latinoamérica) se vería enfrentada a la fosilización y el estancamiento. Bien, todo esto es más o menos plausible, más o menos “decible” respecto de la poesía de L.M. Hermoza. Pero una vez leído esto, olvídenlo. Mejor lean estos libros con la inocencia de quien encuentra una rareza perdida en algún anaquel cubierto de polvo en una librería de libros usados. No solo hallarán aquí poesía de alto vuelo, sino que además se divertirán como un niño con juguete nuevo.


2+ Literatura y pensamiento 70% latinoamericano
, año 2020, pp. 175-177.
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Con "La madre rata", Hermoza renueva el consabido género de novelas de aprendizaje (Reseña, 2019)


Por Françoise Aubès

Françoise Aubes, especialista de literatura peruana, fue una de las presentadoras de La madre rata en París, en el evento que tuvo lugar en la librería L'Harmattan (16 rue des Écoles, Paris V°) el 26 de Noviembre. El evento fue organizado por la revista de arte ZoomArt París, que dirige Victoria/VZphotographe. A continuación, comparto el texto que leyó para esa ocasión.


Conocíamos al poeta, ahora Luis Hermoza sale con una novela “vieja”, de más de diez años, según lo que tengo entendido, con un título que fue cambiando como seguramente fueron cambiando varias cosas. El porqué de esta novela, para él que es más bien poeta… —no lo sé… se lo preguntaremos. Es un libro que leí con gran interés y que despertó mi curiosidad por diferentes motivos: porque conocía al poeta, al estudiante de maestría y de repente viene con un libro original y desconcertante.

De entrada, el libro se presenta en una bella edición, con la portada de una virgen de porcelana enigmática, de ojos azules que es la foto de una estatua; pero luego, cuando abrimos la novela, desde el principio vemos que cambiamos de ambiente: la novela no tiene nada de angelical. Además, posee este título raro, La madre rata, brutal, que contrasta con la foto. Son elementos paratextuales que orientan la lectura.

Si tuviéramos que hablar de novela de género, diría que estamos ante una novela de género muy masculino, donde se cuentan las aventuras, amorosas-sexuales -es lo mismo- de unos colegiales muy jóvenes, ya que están en último año de primaria en la mejor tradición de los relatos de aprendizaje y de collera. Muchas veces me hizo pensar en Los inocentes de Oswaldo Reynoso (1961), y como vieja lectora encontré varias influencias.

Estamos ante un mundo masculino en devenir y lo que lo hace más interesante es que son muy jóvenes, chicos entre 13 y 14 años. Penetramos en su imaginario, en su mundo únicamente obsesionado por el sexo, su horizonte está lleno de penes y penes y más penes, que sueñan con culos y más culos. Es una literatura deliberadamente obscena, quizás podamos utilizar el término de realismo sucio, pero no sé, porque suena un poco anticuado.

La novela está dividida en tres partes:

1. “El sueño” es como una introducción donde un narrador en primera persona nos lleva de la mano para entrar en el mundo de estos adolescentes. Aquí aparece Mamey, uno de los protagonistas más importantes de la pandilla.
2. “Panda de ratas” es la más importante.
3. Y “Vertedero”, en donde el texto cambia de registro y se transforma en un acto de teatro o una secuencia cinematográfica.

Un narrador se acuerda, veinte años más tarde, de cuando eran ratas: "de aquellos momentos que compartimos en la pubertad tan llena de nada pero repleta de todo” (141). Las ratas son una pandilla de colegiales del Centro educativo San Antonio de Padua, colegio mixto de Franciscanos, en el barrio de Jesús María de Lima. Obviamente este relato se inserta dentro del género de las novelas de aprendizaje, violentas, en el mundo cerrado del colegio, aquí religioso, pensamos inmediatamente en La ciudad y los perros; aquí sería más bien "La ciudad y las ratas".

Los chicos que integran la pandilla tienen cada uno su apodo o su chapa: Cherry, Mamey, Selvanegra, Chuky, Cebolla, El Indio; son los lejanos hermanos de Jaguar, Cava, El Esclavo, El poeta, de La ciudad y los perros, pero también de Carambola, el Príncipe, Colorete, Cara de angel de Los Inocentes. Pero veremos que no es tampoco una novela realista o por lo menos, si lo es, es de un realismo diferente, sin la contextualización habitual; hay pocos indicios de un contexto preciso político, por ejemplo; es la gran diferencia con tantos relatos de aprendizaje peruanos de denuncia explícita. El “realismo” está en otro sitio; está en la lengua procaz, obscena, en la violencia verbal coloquial de los muchachos, jóvenes supermachos cuya única preocupación es "follar".

Lo que estructura el texto y que me parece lo más interesante es el tema de la construcción de una identidad masculina en un momento de transición tan perturbador como la adolescencia; una identidad masculina, amenazada, frágil, por hacer, con todos los estereotipos machistas que tienen los jóvenes sobre las chicas. Los vemos excitados por Lorena en el microbús; al principio, todos andan detrás de Lorena como animales en celo, "todos amábamos a Lorena": Lorena es la chica guapa y "caliente" que se hace expulsar del colegio porque la encuentran en el baño con otro chico en pleno acto sexual, como dicen.

Las mujeres —Lorena y su hermana, y las otras, como la amada de Mamey— no son más que los manjares de un gran festín sexual. El relato avanza mediante varias secuencias: escenas en el microbús, las clases, los amores de Cebolla y el final de la segunda parte, un relato casi autónomo: la historia de Mamey enamoradísimo de Andrea, una chiquilla de nueve años, y el escándalo que hace totalmente borracho delante de su casa de noche, con la escena final cómica y patética cuando muy excitado se masturba en el parque frente a la casa de la niña.

Los jóvenes oscilan entre una afirmación brutal de su masculinidad y otros momentos más íntimos, tiernos, reveladores de la incertidumbre, de la angustia que viven. Es así como se puede leer la escena entre los dos amigos castigados que se reúnen a escondidas de sus padres en el cuarto de uno de los dos: un cuarto casi de niño, con juegos de video, robots, dinosaurios, soldaditos, etc. Pero lo que les interesa a ellos no es precisamente esto: sacan las revistas pornográficas que van a leer los dos bien apretaditos. La escena donde ojean y hojean fotos de sexos traduce su fascinación, su avidez, y terminan masturbándose mutuamente.

Los modelos de virilidad los buscan también en los profes: “Había que tener los huevos bien sujetos a la pelvis para entrar a nuestro salón y dictar clases” (38). Hay los que se hacen respetar y los otros como el nuevo profesor Orate, a quien faltan el respeto y fastidian a la manera de los cadetes de La ciudad y los perros, con el profesor Fontana, alias César Moro.

El colegio es un lugar violento, donde para sobrevivir hay que humillar; humillan a Marciano, el hermano de las Acosta en una escena brutal parecida a las novatadas de La ciudad y los perros, en un baño del colegio (79); sin contar las peleas con las bandas rivales, los newavers.

La tercera parte se titula “Vertedero”… ¿En qué sentido? ¿El de basural, de depósito de basura, de vorágine que se lo lleva todo? Esta parte es como el epílogo de la novela; la cual cambia de registro: estamos asistiendo a una representación, a una escena de teatro o una secuencia cinematográfica con un narrador-director que da instrucciones. Pasa de noche en un sitio lejos de su barrio, en el parque del Barranco de los Caídos (alusión quizá al futuro que les espera). En este parque, que como en todos los parques hay una virgen al centro, volvemos a encontrar a la virgen de la portada. Los amigos están tomando, celebrando el fin del año escolar, no saben lo que va a pasar en el futuro. El porvenir es incierto, les inquieta, ya han terminado la primaria. Son momentos de gran borrachera, de palabras incoherentes, de coma etílico. Mamey lee un poema que ha escrito. Brindan por el poema, cada vez más borrachos hasta el momento en que Mamey lanza una botella que estalla en la cabeza de la Virgen.

A partir de allí el relato se vuelve apocalíptico: son perseguidos insultados y, finalmente, matados excepto Cebolla. Luego llega el amanecer postapocalíptico: en el parque los carroñeros han salido; ratas y más ratas avanzan. “La madre rata ha bajado a juzgar…” Pensamos en la novela "futurista" de Mañana las ratas de José Adolph si bien las ratas ahora son diferentes.

El estilo de la novela es interesante; alterna una escritura rápida, dinámica, la de la oralidad, y momentos de pausa, con un estilo más rebuscado, incluso en las secuencias más obscenas como la escena de masturbación de Mamey al final de la segunda parte: Mamey de repente es “capaz de aventurarse en los terrenos sinuosos y enigmáticos de las niñas, gritando sus nombres que roban el corazón por los parques y jardines vallados a las dos o tres de la mañana” (142). Recuerda No una sino muchas muertes, de Enrique Congrains, por esta mezcla de estilo realista y culto, del mismo modo que utilizaba Congrains para novelar el inframundo de los basurales.

La madre rata es un libro desconcertante pero muy interesante por el estilo, por el universo violento y a la vez tierno de una pandilla de jóvenes. Hermoza renueva así el muy consabido género de novelas de aprendizaje.

Yo conocía al poeta, al estudiante de maestría especialista de Gamaliel Churata, pero no conocía al "obscuro escritor de la noche"…


"La madre raTa" es una novela publicada contra su época (Reseña, 2019)


Con la lectura de este texto, Fernando presentó, acompañado de Regina Khayum, la novela La madre rata. Tuvimos el gusto de compartir un grato y alcoholizado momento en Solidari (Galileu 13, Sants). Después de este texto, vendría Regina con preguntas extrañas... Fue una velada memorable.


La madre rata asomó su cabeza y tiene cara de niño


Por Fernando García Moggia

La primera vez que vi La madre rata fue acá mismo, en la librería Solidari. A un costado del insigne vendedor y jefecito que es Marxcelo, en lo alto de una repisa vertical repleta de libros apolillados, allí La madre rata lucía su fachada como si fuera un icono ortodoxo. Lo primero que me llamó la atención fue la imagen de fondo que acompañaba el título: se trata del detalle de un rostro con unos ojos azulinos de una especie de retrato renacentista de quién sabe qué: ¿un ángel? ¿el niño dios? Como sea, la cosa es que la mirada de ese rostro resultaba ser demasiado dulce como para no contrastar con las connotaciones cloacales del título: ¿Qué hacían juntos, en un mismo plano, una madre rata y la inmaculada mirada de un niño pintado en acuarela? Luego de conocer a LM en un taller de poesía que yo mismo junto a mi colega Rodrigo organizamos aquí mismo en la librería, luego de recibirlo semana a semana con su actitud discordante y su mirada burlona, ya comencé a sospechar que la discrepancia entre ese título y esa imagen estaba ocultando una gran broma al interior de esas páginas, una broma tan divertida como pesadillesca.

Lo de pesadillesca es quizás arbitrario. Aquí hablo a título personal, aunque estoy seguro de que no soy el único (lo he comprobado) que ha tenido alguna pesadilla parecida a la que, como lectores, nos somete este libro. Me refiero a esa pesadilla horrible en la que de golpe y sin mediar razones uno se encuentra, con la misma edad que se tiene en el presente, en el aula de clases de la escuela junto a sus viejos compañeros, aunque ellos con 13 o 15 años de edad. Que las escuelas sean un modelo universal del encierro y la vigilancia ya dice suficiente acerca del carácter asfixiante del asunto. Pero quizá lo peor de esa pesadilla consista en el hecho de no saber cómo actuar frente a algo que en buena medida ya dimos –aunque sea equivocadamente– por superado: la adolescencia. El desafío al que nos vemos sometidos, el de tener que actuar como si tuviésemos 13 o 15 años para poder al menos sobrevivir en ese mundo hostil de falditas y pantalones grises, es, me imagino, al que tuvo que verse enfrentado el mismo autor a la hora de ponerse a escribir esta novela. No hay salida, en realidad: si ahora nos puede aterrorizar la idea de volver a ser adolescentes, es un hecho casi seguro que de adolescentes nos aterrorizaba la idea de tener que ser adultos. Es en este segundo plano, el que comunica al muchacho que fuimos con el mundo de los adultos que suponemos que somos −con nuestros achaques, moralinas, (in)sensateces, culpas e inhibiciones− en donde transcurre el desarrollo de la narración. Pero tal desarrollo no está falto de resistencia y el narrador, que bien puede perfilarse como un adulto que rememora su pasado, hará todo lo posible para que estos muchachos no renuncien a lo que son.

La novela nos hace ingresar de pleno en ese universo colegial desde la perspectiva de un narrador adulto que parece espejearse a la perfección con los muchachos que retrata, universo que si bien está situado en Perú, descrito y escrito en peruano, posee asimismo un carácter mítico que se corrobora, tal como en nuestros sueños, por las construcciones arquetípicas del relato. En esa línea, no faltan la aparición de esos cabrones profesionales, torturadores de niños, adictos a la regla y el compás, que con falta estima llamábamos profesores, quienes como si tuviesen ojos en la nuca podían saber todo lo que sucede a sus espaldas mientras escribían en la pizarra. O también el profesor empático, que en la novela lleva el nombre de profesor Orate, cuya bondad es pagada día a día con el sadismo gratuito de estos pre-púberes. Pero también, desde el lado de acá de la imaginación masculina, no faltarán las Lorena Costa como encarnación de la colegiala sexy y libertina cuya discreción es tan grande como su deseo. Y sobre todo: pandillas, mucho pandilleo, matonaje, rayadas de cancha, pavoneos de pavo real, enfrentamientos tribales y la sublime y patética camaradería del alcohol, deporte amoroso cuyo único fin consiste en reunirse −en verse, porque los amigos tienen que verse− hasta caer y desaparecer en el sueño eterno.

Pero estos púberes no son tan malos como parecen, tienen sus propios códigos, se cuidan como hermanos y son capaces de protagonizar escenas de una ternura extrema como humillarse sin límites por un ideal romántico absorbido de alguna película gringa; o sí, en realidad son malísimos, se la pasan tocándole el culo a las chicas en el bus, incluso se violan a un compañero más pequeño, son un puto asco… ¡¿En qué estaba pensando el autor?! Pero no, o sí, qué importa: parecen estar más allá del bien y mal. Aún no son adultos, sus deseos aún corren libres sin las fronteras de la edad. Esa es su nobleza y, también, su fatalidad. ¿Y si son malos no es también por culpa de la perversión de los adultos y por tanto Concilio de Trento que la religión les inocula? ¿Somos justos por juzgarlos según nuestros propios códigos morales de adultos más o menos occidentales, formados con las migajas del cristianismo y la deconstrucción? ¿Es esta una justificación? ¿No es también una bajeza justificar la violencia sin fines mediante el recurso a la inocencia? Aquí es cuando uno se ve enfrentado a la libertad de la literatura, a su capacidad intrínseca de hacer tambalear nuestras certidumbres, libertad que esta novela afirma como si se tratara de un principio vital. No me cabe duda: es una novela publicada contra su época, especialmente contra ciertas corrientes hegemónica del arte de hoy que tienden a confundir la política y la estética con la moral y que, obstinadas por generar formas inclusivas, acaban por neutralizar los mismos conflictos que abordan.

Se me viene ahora a la mente un referente que afirmó la misma libertad polémica en su época y que por varias razones no puedo dejar pasar, Witold Gombrowicz, el escritor polaco que residió en Buenos Aires durante más de 25 años y cuya famosa novela Ferdydurke dejó una huella indeleble en la narrativa argentina y en la latinoamericana en general. Las afinidades de La madre rata con Ferdydurke pueden resultar superficiales, estrictamente temáticas: va de un personaje de treinta y pico años que de manera repentina es llevado por un viejo inspector de vuelta a la escuela, en donde sufre todo tipo de vejámenes, sobre todo el de no saber quién es en medio de la alharaca colegial. Pero lo que resulta más pertinente a la hora de traerlo a colación aquí es el conflicto entre lo que Gombrowicz llamó la Madurez y la Inmadurez. La idea apunta a esa dinámica de la cultura por intentar darle forma (una Forma Madura) a aquello que no podemos controlar o que se nos presenta en un estado inacabado, bruto, imperfecto. Lo que veía Gombrowicz es que detrás de todo ese intento “formador” (del cual la escuela sería un catalizador privilegiado) no hay más que una mascarada: la de suponer que debemos ser alguien, tener una identidad, de que tenemos que comportarnos de cierta forma para ser ciudadanos en un mundo civilizado. De tal manera, la cultura −esa que alimentamos de moral, ideales y bellas y eternas obras de arte− lo que hace en realidad es infantilizarnos, impedirnos que alcancemos una más sustancial madurez personal. La única opción que nos queda para resistir a los embates de la cultura sería, justamente, afirmar nuestra inmadurez intrínseca.

No es azaroso que los protagonistas de esta novela sean adolescentes o pre-adolescentes de 12 y 13 años, los seres inmaduros por antonomasia; y aunque también adolezcan serlo (que la adolescencia duele ya lo dice la palabra) también lo gocen como quien no tiene inscrito en su cuerpo la signatura de un mañana. En ese gesto, aunque sea implícitamente, existe una vindicación de la juventud como fuerza épica y subversiva, como pasión contra el Orden, pero también, creo, revela una búsqueda poética más profunda: la de hallar allá en el bruto fruto de la juventud el germen de la creación. Puede que me equivoque, pero en la panda de ratas que protagoniza la novela acabo viendo una alegorización de la creación a la que refiero; el sobrado conocimiento que tiene LM en literatura medieval –y que me consta por nuestras conversaciones– me invita a corroborar esta idea. En ese sentido, que tal germen creativo esté abundantemente regado con la violencia de estos púberes dice más acerca del carácter transgresor de la creación misma antes que de alguna violencia intrínseca que podamos suponerles. Y creo que es a este lugar donde la novela nos empuja constantemente como si se tratara de una encrucijada, o de un ring en donde la ficción y la realidad se levantan y pelean a saco en cada round. El que gana, finalmente, es el lector.


"La madre rata": sucia a la vez idealista, cruda e insurgente (reseña, 2019)


Por Regina Khayum.

Pasen y siéntense. ¿Ven a aquellos jóvenes a lo lejos? Los pobres diablos están borrachos. Están rodeados de botellas, latas de cerveza, bolsas de plástico. Guarden el silencio por un rato. ¿Los oyen? Parecen hablar al revés. Uno de ellos ríe, otro parece estar abducido por extraterrestres, mientras que el chico de al lado está mirando un papel arrugado en su mano. Este último es el poeta. Los demás lo observan, sin saber qué contestar. Ya completamente borracho, el joven poeta repite sin cesar: “¡No es mi pulpa, no es mi pulpa, no es mi pulpa!”.

¿De qué pulpa está hablando? ¿Qué culpa se puede tener a los 13 años? Obviamente, todos son culpables, pero no les importa. Sus tiernas mentes, cansadas de las doctrinas religiosas, levitan entre la inconsciencia y el olvido. Aquí no hay lugar para culpa alguna, aún. El vecindario, impaciente, espera infringirles el último castigo, pero ellos todavía no lo saben. Están demasiado borrachos para pensar, para huir, para esconderse. Ya les advirtió su profesor Orate: “¡No confíen en los adultos!”. Pero las ratas jamás han confiado en nadie. Han hecho lo que se les ha antojado en todo momento, sin ningún remordimiento. Y es que, ¿qué significa para ellos arrimarse al culo de una chica en el autobús? ¿Humillar a un profesor? ¿Maltratar o violar a un compañero de clase? Nada. Un gesto. Acción. ¿Acaso importa?

Para LM Hermoza, allí donde se coloca un límite o se yergue un muro, está la pasión, la locura y la juventud para derrocarlos, inútilmente: un gesto poético necesario que, a menudo, acaba en una tragedia. La novela avanza, rápida, sin tregua, entre la risa frente lo inaceptable, lo políticamente incorrecto y la banalidad repleta de sentido que está a la vista de todo aquel quien tiene la mirada abierta y sin prejuicios. Aquí no encontrarán la intensión de educar, dar lecciones o instruir a la juventud errante, sino todo lo contrario. Con La madre rata recordarán momentos formidables, pulsiones grotescas, conversaciones de poco contenido que, sin embargo, parecían importar a todo el mundo. Recordarán el asfixiante mundo de la escuela, las peleas, la necesidad de pertenecer a una pandilla, a un grupo, en busca de aliados. Recordarán a sus amigos a los que hoy probablemente ni saludan. Recordarán a sus profesores desquiciados que se esforzaban en guiarlos por el buen camino del miedo. Recordarán al primer amor, si tuvieron la suerte o la desgracia de vivirlo siendo adolescentes. Recordarán la primera ruptura, el primer beso, el primer verso, todos aquellos momentos tan importantes, que vistos en retrospectiva, carecen de su aire épico y trascendental. Recordarán que sus travesuras eran las auténticas atrocidades. Tal vez lo recordarán con una sonrisa y cariño. Tal vez no querrán mirar atrás. Y es que, La madre rata nos enfrenta con esta adolescencia, marcadamente masculina, que parece encontrar su lugar justo en el límite entre la pulsión libidinal desatada y la ingenuidad disfrazada de fuerza: un lugar suficientemente incómodo que merece ser rememorado y presentado sin filtros de colores de amanecer. Sucia a la vez que idealista, cruda e insurgente, esta es la forma que adquiere la pubertad bajo la tutela de LM Hermoza con su pandilla de chicos ratas que, como indicaba su primer título, también aman.


"La madre rata" es una buena cachetada en la cara a nuestra sociedad, una patada al culo a la hipocresía (Reseña, 2019)

Ángel del infierno


Por Miguel Rodríguez Liñán


Josué exterminó a Amaleq y su gente con el filo de la espada
Éxodo 17, 13.

Jesús les dijo: yo veía al Shatan caer del cielo como un relámpago
Lucas 10, 18.



El 24 de octubre de la era cibernética, durante un intervalo de dificultad en la redacción de mi nuevo trabajo griego, se me prendió la chispita… Estoy, con la novela entre manos, en el bus que diariamente me transporta del pueblo donde vivo a mi studio en Aix-en-Provence, donde escribo, leo y hago siestas, antes de regresar al castillo de Lambesc.

Tuve el gustazo de conocer a mi semejante y colega de trabajo, el poeta cantante Luis Miguel Hermoza, allá, en París con aguacero, en enero del 2014, estamos en el hermoso local de arte donde trabaja el poeta Elqui Burgos, vengo a invitarlo a la presentación de un libro mío, aquí está el cantante de gris negro, de negro gris, muy elegante, con su sonrisa de duende y lentes inteligentes, ven también le digo, y pasa la voz, bueno, mañana los espero en el Inti Boutique.

Al finalizar la presentación, le regalé un libro, y él me regaló uno suyo, delgadito por fuera pero muy denso por dentro, Pueblo Joven II, cuya posterior lectura me dejó sorprendido, feliz y admirativo, donde los arqueólogos literarios del futuro, allá en Perú campeón, podrán leer esta interesante dedicatoria: « Para Miguel como muestra de mi amistad y complicidad este libro de mi camino a la nada ¡Mucho vino y sol en la noche! »… ¡Otro poeta pura sangre made in la patria! ¡Mimo Santorín! Estuve en contacto telefónico e internético con Luis Miguel. Lo invité al sur. Estuvo a punto de venir, al final no se concretiza el proyecto, puede que por interferencia de nuestras féminas, puede que no, en fin, pasa el tiempo, el poeta pura sangre incursiona en la edición, luego encabeza un movimiento poético llamado Cornelius, como el personaje de El planeta de los simios, para una singular propuesta, un planeta sin humanos, sólo con animales, vegetales y minerales, propuesta a la obviamente adhiero… Sigue pasando el tiempo, parpadeos o mordiscones del viejo Cronos, un día me comunica, vía mail, la próxima, la inminente aparición de su novela titulada La Madre rata, madre rata, ¡qué pendejo! ¡Madre rata hijo ratón! Y yo que soy un joven lagarto del jurásico del siglo XX, al menos en lo concerniente a la diosa tecnología, por primera vez, en esta vida al menos, logré comprar la obra por internet, vía Amazon, y de pasarela me compré un smartphone, te lo agradezco, tocayo, estos detalles electrónicos y mecánicos, que me causaban cierto rechazo, cierto asco, cierto miedo, como si la tecnología robotizante fuera la vencedora de la poesía, es en realidad una herramienta maravillosa, digna de nuestro viaje a las estrellas, o a la nada, como quieras… ¡Un planeta sin humanos! El sol nocturno es el sol de Nietzsche, la noche también es un sol, y mucho vino se refiere al dios Dionysos, pero la nada puede ser la extinción budista, el nirvana, porque aquí, en la tribuna de Occidente, como su nombre lo indica, la nada no existe.

Empecé con cierta dificutad, con cierto desgano, y ahora me doy cuenta que estaba haciendo lo que no se debe, ni en la vida ni en el arte, inconscientemente estaba comparando esta escritura con la de Pueblo Joven II, nada qué ver, son registros distintos, además en la novela la escritura, bella y fluida, avanza sin tropiezos, o si los hay los esquiva, como agua entre las piedras… De pronto tomé impulso y empecé a devorar el texto a mordiscones… ¿Epígrafe bíblico? ¿Y del antiguo testamento? ¿Por qué? ¿La inocencia? ¿La intrusión del diabolos? ¿En qué consiste la inocencia? ¿Qué es la inocencia? ¿Se puede considerar esta novela como un estudio de eso que a todos nos concierne, o sea el mal? ¿Qué es el mal? Si el mal es lo contrario del bien, lo contrario de la vida es la muerte, pero no, para nada, lo contrario es el nacimiento, y además la muerte es una forma de vida muy rara, la vida no tiene contrarios… ¡Fusión de opuestos! Los aparentes opuestos, en verdad, son complementarios e indisociables, los aparentes opuestos pertenecen al mismo movimiento… La disolvente y placentera lectura de La Madre rata me pone de ánimo bíblico y metafísico… Apenas terminada ésta, medio con sobresaltos reflexivos, se me vino a la película interminable de la mente otra novela, El Señor de las Moscas de William Golding… Vemos unos chiquillos en un isla, sobrevivientes de un accidente de avión, hay una degradación moral que parece natural, que parece inherente a nuestra humana y animal condición, la inocencia relativa se transforma en salvajismo, aires de antropofagia, lo cocido y lo crudo, los chiquillos se convierten en ratas, en felinos, en hienas, en chacales, en cocodrilos, en serpientes, las jerarquías se establecen, Darwin otra vez, la lucha de los inicios, la supremacía del más fuerte… ¿El bien? ¿El mal? ¿Y qué tal si la crueldad intrínseca al mono intelectivo que somos fuera un residuo de nuestra antigua, ancestral animalidad del Neardental o de mucho antes? En La Madre rata, el autor explora situaciones extremas, cuando uno, cualquiera de nosotros, está confrontado a ellas, abocadas a la violencia de los tabúes. Aquí no se habla de antropofagia, ni de incesto, ni de crímenes, ni de masacres, ni de infanticidio, pero sí de otra violencia, pero sí del traumatizado sexo. La violencia es congénita y está inscrita en nuestro ácido desóxidorribonucléico desde los primeros tiempos, también por este motivo hay violencia en la escritura, cuyo logro mejor es que no comete pecado de literaturizar, el oxígeno y la libertad son totales… « El Señor de las moscas » es uno de los muchos apelativos de esa institución mental, el diablo, mutante perpetuo. El diabolos neotestamentario es muy distinto del shatan veterotestamentario, así como el fúrico Yahvé (YHWH) nada tiene que ver con el padre amoroso y protector. El leviatán, la serpiente huidiza que matará al dragón del mar (Isaías 27, 1), nada tiene que ver con el antropomórfico, de pronto con rasgos de sátiro, diabolos tentador del Christos, ni mucho menos con el dragón cósmico concebido por el poeta Juan de Patmos. Lo propio de las instituciones angélicas o diabólicas de nuestra literatura fantástica, es la jerarquía. En esta novela, Cherry es el jefe, o Mamey, Cebolla, Valerio, Chuky o Selvanegra son ángeles o demonios subalternos, y por allí anda como escondido el narrador, no es Corradi, no es Irigoyen, de pronto es Gálvez, pero eso no importa, fluye la fina escritura entre escollos morales, el sistema de humillación, el miedo, el vicio, el castigo, la venganza, la culpa, el desprecio, la burla, el odio, el machismo, el sexo concebido como sucio y malo, y la virginidad es ensalzada como un valor intrínseco a los códigos morales de esa sociedad, la homosexualidad considerada con desprecio, nada más obvio, la ley mosaica da pena de muerte a los homosexuales de las dos tribus, a las mujeres adúlteras, a los incestuosos, a las chiquillas que han perdido su virginidad como las hermanas Acosta, personajes altamente cargados de erotismo, y por otro lado la misma ley dice ¡No matarás! ¿En qué quedamos?... Otro gran autor que recordé amorosamente, gracias a Luis Miguel, fue al maestro Henry Miller en Trópico de Cáncer… « This then ? This is not a book. This is a libel, slander, defamation of character, this is not a book, in the ordinary sens of the word. No, this is a prolonged insult, a gob of spit in the face of Art, a kick in the pants to God, Man, Destiny, Time, Love, Beauty… what you will. » Esto es La Madre rata, esta es su fuerza y su audacia, una buena cachetada en la cara a nuestra sociedad, al hombre, al destino, al tiempo, al amor, a la belleza, una buena patada en el culo a la cucufatez y a la hipocresía, y, como dice el maestro Miller, una buena patada en el culo a Dios, es decir a esa sociedad bienpensante… ¿Una parábola de la condición moral peruana, heredera de la hispánica? Muy precisamente. Es evidente que, antes de la invasión, cada pueblo, cada cultura tenían sus dioses y sus valores morales. Si consideramos los nuestros, los valores morales de Occidente, no hay biblioteca más inmoral que la Escritura, pues de ella provienen, de tal palo tal astilla, todo eso proviene de la biblia, es decir del sacrosanto judeocristianismo.

Gracias a esta obra, voy a explayarme, con cierta insidia, en un terreno de mi predilección. El interesado puede, desde ya, compulsar su biblia, para cotejar versiones, traducciones y traiciones. Pródiga en cólera, en venganza, en odio, en inmolaciones, en destrucción, en incestos, en sacrificios humanos y animales, en lapidaciones, en robo, en esclavitud, en intolerancia, en exterminios, en masacres, en genocidios, en fanatismo, en infanticidios, en misoginia, en homofobia e incluso en incitación al canibalismo, la Escritura, que cuenta las costumbres de los hebreos de la época, le pone los pelos de punta a un lector atento. Aquí, en una de tantas masacres, aparece Josué y detiene al sol, al tiempo, para que dure más, hogueras, olor de carne chamuscada. Como bien sabe el interesado, los libros históricos son Josué, Jueces, Ruth, Samuel y Reyes. La particularidad del libro de Josué, es que trata de la conquista de la Tierra prometida. Josué es el encargado de dirigir la gran maniobra, la invasión de Canáan, masacre tras masacre, guerra tras guerra, genocidio tras genocidio, pues « Yahvé es un guerrero » (Éxodo 15, 3). Un autor no desprovisto de humor, de quien extraigo estas referencias, el erudito canadiense Normand Rousseau, opina que la conquista de América por los feroces cristianos es un calco de la conquista de Canáan por los hebreos, a veinte siglos de distancia. El significativo epígrafe de la novela se refiere a este personaje (Josué 7, 24-26), por eso hago una lectura bíblica… El sinuoso y esquivo narrador parece ser afecto al castigo, al orden sacrificial, a los ritos, a la crueldad...

Cuando leí los versículos de Pueblo Joven II, esta singular forma me llamó la atención… ¡Qué pendejo el tocayo! ¡Está cincelando sus versos en tabletas rúnicas, pero con la técnica bíblica! La piedra de toque es la energía vital en todas sus formas, violencia incluída, el despertar sexual, el exhuberante despertar sexual de la pubertad, en el contexto de una sociedad reprimida… Puede que sea un estudio de esta, del clero y de la política, donde imperan la crueldad, la violencia, el machismo y, sobre todo, la inferiorización de la mujer, el interesado puede consultar, por ejemplo, Timoteo I, 2, 9-15.

No tengo a mano ejemplar de la biblia en español, lo que aquí cito viene de la Biblia de Jerusalén en su versión francesa, veamos, por ejemplo a propósito de la virginidad, o a la pérdida de ésta, considerada como atributo no sexual, sino moral. « Pero si el acto se confirma y no se encuentra en la muchacha los signos de la virginidad, deberá salir por la puerta de la casa de su padre y sus conciudadanos la lapidarán hasta que muera, por haber cometido una infamia en Israel deshonrando a su padre » (Deuteronomio 22, 20).

En la biblia, aparte de encarnar el mal y la desgracia del hombre, el macho, o sea de la versión microbiana de dios padre, mi libro preferido, El Eclesiastés, dice que la mujer es más amarga que la muerte. En el antiguo y nuevo testamento, la mujer es totalmente inferiorizada, en el mejor de los casos considerada como una propiedad, como una cosa, aunque en realidad es proscrita y maldita, porque proscrita y maldita es la fuente natural de vida por excelencia, el sexo. En La Madre rata, vemos que uno de los códigos del machismo consiste, o exige, al iniciado, en no enamorarse, sólo seducir, aprovechar e irse, enamorarse es considerado como una debilidad y se trata de ser fuerte, invulnerable, el macho no recibe castigo, sólo lo da, exactamente como el viejo Yahvé, y hay que respetarlo, como en Deuteronomio 22, 20.

Parecido o comparable al afortunado rey Salomón, un hombre puede, porque el dios es macho, tener mil mujeres, pero si una mujer no es virgen o comete adulterio, es quemada viva o lapidada… Como en la biblia, en La Madre rata, la virginidad de la mujer es entronizada como valor máximo, sexual y moral, pero sobre todo moral. Además el narrador, digno heredero del Conde de Lautréamont, vive en un barrio llamado Jesús María. A propósito, en Los Cantos de Maldoror leemos esto: «Hay que dejarse crecer las uñas durante quince días… ¡Oh! ¡Qué dulce es arrancar brutalmente de su cuna a un niño que nada tiene todavía sobre el labio superior y, con los ojos bien abiertos, fingir que pasamos suavemente la mano sobre su frente, llevando hacia atrás su bella cabellera! Luego, de golpe, cuando él menos se lo espera, hundir las largas uñas en su pecho suave, pero no para hacerlo morir...» Estamos en el universo imaginario de Isidore Ducasse… Comparadas con la Escritura, las palabras del Conde de Lautréamont son poca cosa. En el antiguo testamento, Yahvé (YHWH) le dice a Moisés: « Conságrame tu primogénito, primicia del seno materno entre los hijos de Israel. Hombre o animal doméstico, ambos me pertenecen » (Éxodo 13, 1). En verdad, Yahvé exije el sacrificio de los hijos primogénitos, de los paganos pero también de sus adoradores « y yo me vengué de sus ofrendas haciéndoles que sacrifiquen a todos sus primogénitos, para castigarlos, para que sepan que yo soy Yahvé» (Ezequiel 20, 26). Este infanticidio sacrificial es una práctica que place a Yahvé, el interesado puede consultar (2, Reyes 17, 17), (2 Reyes 21, 5-6), (Jeremías 7, 30-31), o el terrible sacrificio de los siete hijos de Saúl (2, Samuel 21, 9) por descuartizamiento. En Salmos 137, 8-9, atribuídos al rey poeta David, leemos: «Hija de Babel que debes morir / Feliz el que nos vengará de los males / que nos procuraste / Feliz el que atrapará a tus niños / para despedazarlos contra la roca.»

¿Qué es la inocencia? La inocencia es lo natural, y no hay nada más natural que el sexo… Pero, en el contexto de nuestras instituciones, ¿a partir de qué edad dejamos de ser naturales? El contacto con la sociedad, con los valores de ésta, con la represión de ésta, nos hace perderla, en verdad nos alejamos de las leyes de la naturaleza y de la vida, nos alejamos y perdemos nuestra animalidad. En nuestro frotamiento con la represión contranatura, nos volvemos malos, nos volvemos obsesos, nos volvemos perversos, pero esto no es nada. Veamos. « Comerán la carne de vuestros hijos y comerán la carne de vuestras hijas. Yo destruiré vuestros lugares de culto y vuestros altares de incienso, yo juntaré vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros ídolos y os rechazaré » (Levítico 26, 29). O también, cuando el pueblo hebreo está sitiado: « Comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijos y de tus hijas, esos que te dio Yahvé, durante este estado de sitio y en este desamparo al que te redujo el enemigo » (Deuteronomio 28, 53). A propósito de los enemigos de Israel, esto dice Yahvé (YHWH): « A tus opresores los haré comer su propia carne, y se embriagarán con su propia sangre como si fuera vino nuevo » (Isaías 49, 26). El interesado puede consultar las famosas lamentaciones de Jeremías, cuando éste le reprocha a Yahvé su canibalismo (Lamentaciones 2, 20), también Lamentaciones 4, 10, y terminar, aunque la lista no es exhaustiva, con esta belleza de un poeta de polendas, Ezequiel 5, 10 « Por este motivo los padres devorarán a sus hijos junto a tí, y los hijos devorarán a sus padres.»

La Madre rata es un libro sin ancestros en las bellas letras de la patria. Ya lo dije o insinué pero repito. Es una crítica vitriólica del matrimonio, es un escupitajo contra la familia, contra la sociedad y, por extensión, contra la reprimida y perversa humanidad en la tribuna de Occidente, donde estamos. La asperidad algo repelente y cómica del título arremete, como un ariete con cabeza de carnero, contra el portón medieval del oscurantismo, contra la supuesta moral, contra los valores inculcados y contra cualquier forma de acondicionamiento del ser humano… ¿Parábola de la condición humana? Tampoco exageremos, esta novela de juventud y de aprendizaje es apenas la parte visible del iceberg en la capacidad creativa del autor… ¿Belleza formal? No hay belleza formal, la belleza será convulsiva o no será, merci, André Breton… Es una obra impecablemente escrita, bella y muy divertida, pues esta impecabilidad y esta belleza nada formal se apoyan en los contrastes morales. Puede que sea un exutorio, un ajuste de cuentas consigo mismo, una catarsis, en verdad todo acto poético es una catarsis, en consecuencia puede ser sentida como un canto a la libertad, al arte, al amor, al erotismo, a la belleza de la vida aunque sea por contraste. La Madre rata muestra, como piezas de carne fresca en un refrigerador metálico y transparente, eso de lo que todos y todas somos perfectamente capaces… ¿He dicho inmoral? ¿Qué es la moral? Ahora sí, agarramos carne. El que quiera entender, que entienda.


Monsieur Kaos (Reseña, 2013)

Monsieur Kaos

Por Christian Núñez


Pueblo Joven
, de Luis M. Hermoza (Lima, 1977), se compone de un conjunto de versos en forma espiral descendente que anticipan el caos al que cada día la especie humana se aproxima con paso firme. Y ya que los conceptos de racionalidad y civilización se han visto fragmentados, el lenguaje surge del fondo de la tierra con una mezcla de ironía y lucidez agrietadas. El autor reflexiona fuera del búnker, aunque ignoramos si lo hace antes o después de la guerra. Como si hablara consigo mismo en un establecimiento tras un accidente automovilístico, entrega un reporte con implicaciones éticas, pero la notable ambigüedad del discurso amplía el sentido final. No se sabe si la voz repasa esa misma caía por resentimiento o necesita la agresión para saber de sí misma. En cuanto a los recursos sensoriales, la obra es rica en escenas que se abren al diálogo con el sadomasoquismo, la naturaleza furiosa y el ambiente de lujuria estandarizada de las metrópolis. Hay un deseo nihilista de mirar cómo el mundo se dobla de rodillas, y las mujeres de coños peludos tiritan de frío, abrazadas a los postes de electricidad.

Íntimamente ligado a la ciudad de París, a la cual el poeta peruano llegó desde Barcelona, Pueblo Joven fue escrito a -7 grados de temperatura, en el anonimato y en unos cuantos meses. Se auto proclama el primer poemario cornelista, con «una visión futurista cargada de pesimismo sobre nuestras civilizaciones que no tienen otro destino más que el Kaos», señala Hermoza. A la reciente versión de la Cátedra Miguel Escobar G. le antecede una publicada en Londres en 2011, bajo el sello Trafalgar Square. «La poesía está en su mejor momento. Lo que está en problemas es el mundo editorial de la poesía», sostiene el autor. Ambas afirmaciones merecen una nota a pie. Hay que señalar que si bien existen buenos poetas, nuestra realidad cotidiana está sumergida en otro tipo de poesía, más sanguinaria y atroz. El mundo ya excedió la metáfora. Con el añadido de que el mexicano lee poco, y lo poco que lee es todo menos poesía. En cuanto a la crisis editorial, México aún cuenta con editores dispuestos a arriesgarse tanto como los poetas, pero el desafío exige también lectores arriesgados.

Hermoza encuentra correspondencias entre caos, palabra y pensamiento con un estilo sometido a la inmanencia. El aquí y ahora ultraveloces admiten solamente «buques de guerra como sombras de madres», «viejos amigos ahogados flotando boca arriba», «palomas ardillas», gaviotas «plateadas y encendidas por el fuego azul de nuestros ojos». Una fauna apocalíptica sin apocalipsis que llegó como lluvia ocasional y se ha transformado en contingencia ecológica. Sin embargo, las malas noticias apenas se vislumbran. Pueblo Joven arroja polvaredas en atmósferas de efecto invernadero, donde los ojos arden por la contaminación, los niños usan máscaras de gas y los adolescentes planean encuentros sexuales en playas muertas. La realidad es una alfombra viscosa. Un sueño de liebres y coyotes. Una pesadilla a párpados abiertos. «Parece paradójico, pero el ser humano, incluso con sus mejores intenciones, ha trabajado desde siempre para destruir su entorno y, en consecuencia, destruirse a sí mismo», declara el escritor ante un público bautizado con su propia sangre.

«Hay suficiente traición, odio, violencia, necedad en el ser humano corriente/como para abastecer cualquier ejército o cualquier jornada», ha escrito Bukowski. Pueblo Joven lo confirma con el cuchillo en las manos.

Pueblo Joven
Luis M. Hermoza
Cátedra Miguel Escobar, México, 2013

Origama 33
, agosto/septiembre 2013.
Lee la reseña en el pdf original.


LUIS M. HERMOZA: Principio y fin (Semblanza, 2013)


Luis M. Hermoza (Lima, 1977) publica en la Ciudad de México el primer poemario cornelista, Pueblo Joven, bajo el sello de la Cátedra Miguel Escobar. A la salida del metro Polanco, consigo diez ejemplares. Guardo la mitad en una maleta y la otra mitad la ofrezco a varios amigos. Es tiempo de entrevistarlo. De que hable y diga realmente qué piensa. De que continúe predicando el cornelismo y nosotros, lectores astutos, retrasemos la vuelta al origen. Es tiempo de que el caos reine —como dijera el zorrito de Antichrist. Y nada sea como antes, nunca más.

París

Pueblo Joven nació en París y es un libro que está íntimamente ligado a esta ciudad. Comencé a escribirlo en primavera de 2010, año en que llegué desde Barcelona, y ese mismo verano ya lo había finalizado. A continuación, desde luego, vinieron meses de correcciones que, en todo caso, no fueron sustanciales, ya que había dado con el sentido vital del libro desde el primer poema. Lo que me sorprendió fue que lo finalizase en tan poco tiempo y más aún tener propuesta de publicación seis meses después. Todo se dio muy rápido y todo comenzó con mi llegada a París, capital del mundo a la que llegan millones de personas persiguiendo sus sueños. Por mi parte, el hecho de aislarme de mi estilo de vida barcelonés, repleto de juerga mediterránea, y recluirme en mi primer invierno parisino, a -7 grados, sintiéndome totalmente anónimo y rodeado de gente anónima, me hizo sentirme libre para crear, decir y escribir lo que quisiera. Nunca me he sabido o sentido un condicionado, al contrario, sin embargo, debo reconocer que el provincialismo barcelonés, con sus argollas y sus puñado de “élites”, llegó a saberme muy pesado y limitador. Con el paso del tiempo y la distancia, veo esto más claro. Sea como sea, desde mi llegada a París, mi producción literaria aumentó significativamente y me he puesto a escribir cosas que en Barcelona ni hubiera imaginado siquiera.

Ideas

Pueblo Joven es una visión futurista cargada de pesimismo sobre nuestras civilizaciones que no tienen otro destino más que el Kaos. Parece paradójico, pero el ser humano, incluso con sus mejores intenciones, ha trabajado desde siempre para destruir, destruir su entorno y, en consecuencia, destruirse a sí mismo, al punto de que sus acciones de regeneración no han dejado de ser más que simbólicas. Pueblo Joven es, pues, el libro de un pueblo que se está gestando en medio de ese Kaos, es un pueblo nuevo con costumbres, modos, creencias, traumas, obsesiones viejas, es decir, el pueblo de siempre. Dentro de esta realidad, anida asimismo la entrega necia y egoísta a los placeres (acaso la opción más inteligente) y así como la postura más arrogante de un ser que cree que puede cambiar, hacer y deshacer todo a la medida de sus deseos y/o caprichos. Muestra son precisamente el poema de introducción y clausura del libro. El primero que nos presenta un paisaje propio de una batalla finalizada, en el que se pueden ver aún sus vestigios, como «buques de guerra como sombras de madres», «viejos amigos ahogados flotando boca arriba»; todo esto en una playa cuya fauna ajena no es otra cosa que la muestra del desorden «palomas ardillas», gaviotas «plateadas y encendidas por el fuego azul de nuestros ojos»; y en el seno de dicha situación el humano entregado a los placeres «coca cigarro/ harto trago/ y tú/ y yo/ sobre la arena». El poema de clausura, por su parte, finaliza el libro a modo de enumeración de los poderes alucinados de una especie (la humana) que se cree súper poderosa e inmortal. Estos poderes van desde aquellos próximos a nuestras fantasías circenses («Podemos doblar barrotes con las manos/ romper vidrios con los dientes»), pasando por otros más hollywoodenses («hacer polvo las rocas con los dedos»), otros más cristianos («mover montañas»), otros más surrealistas («derribar aves de hierro de un escupitajo/ apagar volcanes con la orina»), y otros más cercanos («secar los lagos/ bebernos hasta la última gota de las fuentes/ (...) hacer huir los animales»); en medio de una consciencia ciega de posesión («mirar el horizonte saber que es nuestro/ porque sí es nuestro n u e s t r o/ que es lo mismo a MÍO pero...») Es cuando aparece la naturaleza, reina madre del Kaos, superior a aquel que puede producir cualquier ser viviente, a poner orden de un solo golpe y traer el silencio que no podremos oír.

Referencias

Prefiero no decirlas.

Cornelismo

Pueblo Joven tiene mucho que ver con el Cornelismo. De hecho, me gusta subtitularlo el primer poemario cornelista. Sin embargo, lo escribí hace 3 años y el cornelismo ha seguido avanzando. Por lo que el libro es el testimonio de mi visión cornelista del mundo y el devenir de la humanidad de esa época. Específicamente, Pueblo Joven intenta recrear la última humanidad en gestación, de la que creo estamos cerca. En medio del Kaos, el ser humano se siente todo poderoso mientras avanza hacia su extinción. La belleza máxima que el Cornelismo anhela, el éxtasis del vacío.

Poesía

La poesía está en su mejor momento. Lo digo porque, pese a que el sistema social parece rechazarla, expectorarla con firmeza, ningunearla, siguen apareciendo jóvenes y no tanto, como guerreros que se enfrentan en desventaja técnica y numérica a su enemigo en su última batalla, que se entregan a ella y la crean de manera obstinada y concienzuda. Esto impregna la poesía de fortaleza y de autoridad, como no sucedía en décadas. Lo que explica la violencia social del rechazo al poeta, que lo condena inmediatamente al fracaso y marginalidad; a la vez la censura y temor institucionalizado hacia la poesía, que a estas altura empieza a ser incluso policial en el seguimiento de blogs político-literarios; en todo caso, ambas realidades manifiestan un inmenso respeto hacia la poesía. Lo que está en problemas es el mundo editorial de la poesía. Creo que, en el contexto hispano-hablante, son México y Chile países donde la producción poética va de la mano con la editorial y donde no es extraño encontrar editores que apuesten por poesía. Sobre Argentina no me puedo pronunciar porque no estoy muy al tanto. Sin embargo, Perú, por ejemplo, se ha convertido en un lugar donde sólo publica quien paga su edición y en donde parece que el papel del editor ha quedado relegado al del ‘imprentero-distribuidor’. Lo que no es más que una visión tergiversada y grotesca del oficio. Entonces, la edición pasa a ser un negocio y el de la poesía ¡uno de los peores! En España, por su parte, si bien no es usual la auto-edición en poesía, pasa algo distinto. Con leyes que parecen destinadas a ahogar la edición independiente, el editor independiente de poesía ha sido sistemáticamente eliminado, al punto que los que todavía quedan y aparecen toman el papel casi de mesías. El problema está en que parecen tener del cuello al poeta y, por ende, la historia de la poesía del país. Los vemos, pues, ahí, mimados, agasajados, amados por todos aquellos que se les acercan con intención de publicar. Y los vemos, también, publicando a quienes los miman, agasajan y aman. Algo que es entendible, pero que la cantidad más bien simbólica de estos hace peligroso.

Planes

Ahora lo que me interesa es publicar Pueblo Joven II, libro que he finalizado hace unos meses. Y también llevar a cabo otros proyectos, como la publicación de mi primera novela que pese a haber quedado finalista en 2 concursos, sigue inédita y seguir escribiendo mi segunda novela. Y, desde luego, alimentar más el Cornelismo Internacional. Visiten, descubran y difundan el blog del Cornelismo.

El conejo belga, (16 de agosto de 2013)
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Vagamente dos peruanos (Semblanza, 2012)
LM Hermoza en Caretas (Perú)

Especialista en Vallejo funda en Londres editorial Trafalgar Square. Primer libro se titula Pueblo Joven. Lo firma otro peruano.

"Trafalgar Square soy yo", confiesa el peruano Valentino Gianuzzi. "El sello quiere emular el ejemplo de los libros artesanales de tiraje reducido de la tradición peruana. Desde 5 metros de poemas (que fue la inspiración del formato de Pueblo Joven) hasta La Rama Florida. El nombre hace referencia al libro de Moro, que pasó por Londres en su viaje a Francia y quedó impresionado por la plaza de Trafalgar", añade Gianuzzi, quien está terminando su tesis doctoral sobre la obra periodística de César Vallejo en la University College London. "El ethos de Trafalgar Square es anti-comercial en lo que se refiere a su distribución. Yo solo me quedo con 10 ejemplares y el autor destribuye el resto del tiraje como le plazca -si quiere los vende, los regala, si quiere los quema".

Antes de quemar sus ejemplares, Luis Miguel Hermoza envió uno a CARETAS. Pueblo Joven es un libro breve y vagabundo. Que, a diferencia de tanto poeta de facebook, evidencia todo menos miedo. Además de algunos momentos de perpleja lucidez: "No podremos recordar lo que no vivimos/ ni saber si estuvimos donde nos contaron/ regresaremos a casa sin saber quién/ de nosotros falta esta vez". Hermoza señala que este poemario es solo el presagio de su novela finalista del concurso Queleer-Volkswagen (convocado en Barcelona el 2008), de inminente aparición. (Juan Carlos Méndez)


Revista Caretas, 2012
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El estrépito es el aplauso de las cosas (Entrevista, 2011)


Por Christian Núñez

De Perú a Paris, de la poesía a la narrativa, de la edición de revistas a la filosofía, quizás en unos años agreguemos, de la pornografía a las tornamesas. A continuación la historia y las ideas de Luis M. Hermoza.

Conocí a Luis M. Hermoza (Trujillo, Perú, 1977) vía e-mail gracias a Forrest Gander, cuando el poeta vino a Mérida a impartir un curso en el 2009. Luis dirige La Siega arte y cultura desde 2004 y el fanzine Simiostein, dos proyectos complementarios muy distintos entre sí. El primero, sobrio y apolíneo; el segundo, cien por ciento dionisíaco. Nuestras últimas conversaciones giraban en torno a la situación del escritor en estos días y cómo cada vez se hace más difícil mantener una postura crítica coherente. Nunca mencionamos la palabra disidencia, pero flotaba en el aire. Para difundir el estrépito Luis comparte con los lectores de Replicante sus opiniones.

Luis M. Hermoza es licenciado en Filología Románica por la Universidad de Barcelona. Su novela inédita El juicio de las ratas quedó entre los diez finalistas del Concurso de Novela Queleer Volkswagen 2008 (Barcelona) y en segundo lugar en el Premio de Novela de la Universidad Federico Villarreal 2008 (Lima). Tiene dos libros de poesía acabados e inéditos. Ha publicado en revistas y antologías en Perú, España, Chile y México. Actualmente prepara el lanzamiento de Le Cornélisme International en París y escribe su segunda novela. Este año Pelagatos (Chile) publicó Campamento, una plaquette escrita el 2002. Radica en Francia.

—Cuéntanos sobre tu travesía geográfico-intelectual desde que saliste de Perú hasta la fecha.

—Dejé Perú a los 22 años. Considero que era un adolescente. Sólo leía, me emborrachaba y amaba. Pero escribía y deseaba ser poeta. Antes de dejar Lima había estudiado tres años de literatura en la Universidad Católica del Perú y había escrito varios poemas, entre ellos dos plaquettes que entregué a mis amigos, El ciclo biológico de Urania y Hecatombe de mosquitos. Al irme de Lima lo dejé todo y me vine con sólo cinco poemas de los que me sentía verdaderamente satisfecho. El resto lo perdí. Era mediados de 1999, se usaban disquetes en ordenadores básicos, entonces se podía perder u olvidar cosas con más facilidad y felicidad. En Barcelona pasé once años, comencé y acabé Filología románica. Con ella me introduje en la literatura de la Edad Media. Cuando digo que me introduje es porque literalmente pasó eso: no salí de ella hasta que mi salud mental me lo pidió. Estaba aislado del mundo. Por seis años sólo leí a los trovadores provenzales, cantares épicos, Chrétien de Troyes, la saga artúrica, poesía mística medieval. Fue en ese proceso cuando escribí La trilogía del deseo, a la que añadí algunos de los poemas que traje de Lima, una plaquette titulada Deseo crónico que escribi en Barcelona, y un poema más y formé Tres formas de perder la cordura, mi primer poemario. Al acabarlo me propuse hacerlo público, entonces me di cuenta de que nadie me lo publicaría. Fue cuando me pasé a la narrativa y comencé mi primera novela, a la vez que me propuse acercarme al siglo XX y me matriculé en Teoría de la literatura. Fue un fracaso. No la soporté ni acabé el primer semestre. Tras eso, me obligué a entrar de lleno al mundo y me puse a trabajar para el mal: marketing, comunicación corporativa, por algunos años, hasta que me quemé y tuve que salir huyendo. Aterricé en París. Aquí estudio francés, pienso demasiado y a veces escribo. Pueblo joven es mi primer poemario completamente parisino y escribo mi segunda novela. Para mí, mi travesía intelectual ha ido de la mano con lo que he escrito. Nunca fui muy científico.

—¿Cómo te va en Francia? ¿Se vive de la literatura?

—A veces pienso que me va mal. Pero es cuando me pongo exigente. Por lo demás, valoro la experiencia de vivir en París y de matar una fantasía. Eso me motiva mucho literariamente y poco a poco voy conociendo compañeros de ruta: compinches. Si se vive de la literatura o no… Sé que hay gente que lo consigue. En lo particular, yo no vivo de la literatura ni quiero.

—¿Cuál es el papel principal del escritor/intelectual contemporáneo?

—Antes creía en el arte por el arte, en el arte por y para la belleza. Desde luego, hablo de lo intrínsecamente literario. Desde hace algunos años, ya no. Más bien creo que ese tipo de arte en la actualidad es insulso y vacío, arte de burgueses onanistas, que lo somos todos los de la clase media, tal vez no muy burgueses, pero sí aburguesados y siempre onanistas. Ahora creo en la labor social del arte. De pronto, para mí, la poesía, la narrativa han recobrado sentido. Ya no creo en frases como “la poesía no sirve para nada”. Al contrario, hemos entrado al siglo XXI muy distintos a como lo hicimos en el XX: esencialmente frívolos. El siglo pasado teníamos por qué luchar, creíamos en ideales. Hubo guerras, se libraron batallas por eso. Ahora que hemos conseguido medianamente todo lo que nos interesaba hemos caído en la frivolidad y la literatura ha ido de la mano guiada por la frivolidad del mercado, al punto de que parece haber perdido sentido. Pero, de una forma natural, en el ámbito hispanohablante, han surgido elementos, tan lejanos geográficamente como cercanos en sus obsesiones, que parecen luchar por algo, y no hablo de derechos o libertades, hablo de lo que siempre ha atacado la literatura en todas las épocas de crisis: el adormecimiento social. No sé cuál es el papel principal del escritor/intelectual contemporáneo, no creo que exista uno solo, pero te puedo decir que esta nueva postura me agrada y la hago mía. Algo que me ayudó a consolidar esta idea fue que, al llegar a París, he encontrado a poetas franceses que piden esto a gritos.

—¿Has pensado dedicarte a otra disciplina?

—Sí, hacerme DJ y dirigir una productora porno.

—¿Cómo contrarrestas el hecho de que la literatura está llena de fenómenos desagradables (soledad, desarraigo, la sensación de estar fuera del juego social, los ritos de la élite intelectual, las pretensiones ajenas)?

—Una vez que los hombres saciaron sus necesidades básicas tuvieron la necesidad de sosegar el espíritu. Es cuando apareció la literatura en la figura del cuenta-cuentos, del poeta que componía y cantaba, quien en búsqueda de la catarsis abordó los miedos y fantasmas propios y ajenos. Para mí, es natural que la literatura esté llena de demonios, de sentimientos sombríos, de personajes atormentados, y esto es tan saludable para el que escribe como para el que la consume. La literatura, en lo personal, me evita tener que consultar un psicoterapeuta.

—Háblanos de tu trabajo narrativo/poético (libros, temas recurrentes, evolución).

—Algo de esto ya te comenté en mi primera respuesta. En cuanto a mis temas recurrentes y la evolución de éstos, he ido pasando del amor, del deseo al pesimismo. Cosa que tiene sentido ante lo efímero de esos sentimientos y sensaciones que nos remiten al placer. Cuando eso se acaba no nos queda más que sumergirnos en sentimientos sombríos que afloran la calidad autodestructiva del hombre. Lo mismo pasa con las sociedades. Están impregnadas de esa esencia autodestructiva que carga consigo cada ser humano. Ahí es donde me surge el pesimismo hacia el hombre y sus sociedades que es lo que me motiva últimamente y alrededor de lo que estoy escribiendo.

—¿En qué consiste el proyecto de La Siega?

La Siega es una revista digital de literatura, arte y cultura que fundé en 2004. Desde entonces he ido investigando, buscando y, gracias a colaboradores y a los integrantes del consejo editorial, descubriendo propuestas creativas actuales en todo el ámbito hispanohablante. De hecho, La Siega es lo que me mantuvo conectado con la actualidad mientras me encontraba en las profundidades de la Edad Media y me ha ayudado a definir mis motivaciones creativas. Básicamente La Siega sigue los deseos o intereses de su consejo editorial. Por ejemplo, estamos en plena preparación de un número dedicado a la narrativa austriaca de postguerra. Suena tan exótico como bien.

—¿Qué representa este esfuerzo editorial a siete años de distancia?

—Es un proceso de aprendizaje, de colaboración mutua y, felizmente, de creación de vínculos de amistades por todo el mundo. Nació con el interés de pasarlo bien y por suerte continúa bajo esta premisa.

—¿Qué otros vicios practicas además de la literatura?

—Los peores.

—¿Qué hay de Simiostein (filosofía, modos de acción, alcances)?

Simiostein es el título del fanzine que lancé en Barcelona antes de mudarme a París. Gira en torno a la idea del mesianismo-simiesco, es decir, de la llegada del nuevo simio, del Simio Pensante, que logrará poner orden en medio del caos tras la desaparición del ser humano. Se trata de la primera publicación de la Agrupación Cornelista: por un planeta sin humanos, cuyo nombre es bastante claro. Lo que pretende la Agrupación Cornelista: por un planeta sin humanos a través de Simiostein es difundir e inculcar la certeza de que el fin de la especie humana es inminente y que, al ser así, lo que deberíamos hacer es acelerarlo para dejar de una vez el planeta en paz, antes que alargar su agonía. Simiostein, además publica autores y creaciones afines con el pensamiento que manifiesten, metafóricamente o no, esa decadencia de esperanza ante las posibilidades del hombre o que simplemente expongan la necesidad de su desaparición. Simiostein se presentó en Lima, Barcelona y Palizada, gracias a la generosidad de amigos y afines al movimiento. En París estoy trabajando junto con el poeta Laurent Bouisset en la versión francesa del fanzine, con el título Le Cornélisme International.

—En el fanzine se afirma que el mono debe reemplazar al hombre. ¿Coqueteas con el terrorismo cultural?

—No me queda muy claro qué es lo que quiere decir “terrorismo cultural”. Hay quienes utilizan esta denominación para hablar de la violencia y opresión que ejerce un Estado sobre los poetas o gestores de cultura. Pienso también en el brazo filosófico y de difusión de los grupos terroristas para calar en las sociedades. Estas dos cosas NO hago. Pero si te refieres a dar miedo con lo que difundo en Simiostein, a generar desconfianza y recelo por medio de determinada expresión cultural, creo que a eso sí llego. Generalmente cuando explico el cornelismo la gente tiende a protegerse, en otras palabras, a proteger la humanidad. Algunos te quieren atacar con obviedades del tipo Pero en ese caso vosotros tampoco existiríais, o con salidas menos ocurrentes como Sin seres humanos el mundo sería muy aburrido. Cito estas dos frases porque son las más recurrentes. En esta época, en que todo el mundo está desesperado por salvar la tierra con el único fin de salvar al hombre, es bastante efectista decir lo contrario. Nadie se lo espera. Entonces, generas miedo y reacción. Más aún cuando se dan cuenta de que no lo dices en broma ni con el único fin de provocar o llamar la atención, sino que lo crees firmemente, lo debates y discutes. Porque al final de todo, todos lo tenemos y compartimos la idea de que lo mejor que le puede pasar al planeta es que el ser humano desaparezca. El cornelismo te lo saca y te lo lanza a la cara, lo dice por ti.

—¿Qué se necesita para ejercer acciones subversivas contundentes?

—La historia ha demostrado que las acciones subversivas realmente contundentes han ido de la mano de la violencia. En nuestra época, es decir, ahora mismo, existe una ventaja: tenemos dos mundos, el real y el virtual. La violencia real la vivimos y cada vez es más difícil generarla acertadamente debido a las redes y ramificaciones de control y represión que vamos ganando. Pero creo que aún no se ha explotado verdaderamente la violencia virtual. Está aún por definirse. Cuando llegue será nuestra nueva caja de Pandora que nos dejará con los ojos y la boca bien abiertos.

—¿A dónde pueden dirigirse quienes deseen colaborar contigo?

—Pueden contactarme a través de blog de la Agrupación Cornelista en español o a través de La Siega. Ahí hay correos electrónicos. Ojo: sólo asuntos literarios.

—¿Alguna última observación?

—Pronto Le Cornélisme International en español.


Revista Replicante, 10 de abril, 2011.
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Vive la cornélisme, la décadanse et Brigitte Bardot (Entrevista, 2011)
LM Hermoza en Revista Origama (oct-nov 2011)


Por Christian Núñez

Están pasando cosas en el mundo. Todos los días respiramos incertidumbre. Los medios de comunicación desinforman. Países invaden países. Las tasas de vida y muerte juegan ping-pong. El hombre avanza y retrocede al mismo tiempo. Manos cubren otras manos en medio del agua y el fuego. Conjuramos angustias que serán reemplazadas por nuevas angustias. Largas filas de bancos acumulan rencor e ira. Autobuses atropellan gente que atropella gente en otros autobuses. Niños comen helado delante de funerarias. Globos revientan en el aire. La tarde roba minutos a la noche en pueblos semivacíos. Los amantes abandonan sus lechos y salen a caminar. Una guerra civil estalla. Una entrevista se concreta. Los monos toman el micrófono. Atención.

Luis M. Hermoza (Trujillo, Perú, 1977) habla desde Francia sobre dos proyectos que apuntan hacia públicos diferentes: la revista de arte y cultura La Siega y la Agrupación Cornelista — Por un planeta sin humanos. El escritor y editor nos entrega una serie de reflexiones agudas en tomo a la gestión cultural desde una óptica transversal, pues siendo peruano estudió filologia románica en la Universidad de Barcelona y ahora vive en París, desde donde lanza botellas al mar con el lema: Vive le Comélisme, la décadance et Brigitie Bardot!

Christian Núñez [CN]: El número 18 de La Siega reúne a 34 autores austriacos de posguerra. ¿Cómo se planea una edición de este tipo?

Luis M. Hermoza [LMH]: Para empezar, una publicacién altruista, como La Siega, en la que nadie cobra y a nadie paga, sólo puede afrontar una publicación de este tipo con amigos. En vista de que mi acercamiento a la cultura y lengua germánica ha sido siempre intuitivo y producto de la curiosidad, no hubiera tenido ninguna oportunidad si no hubiese contado con buenas amigas y buenos amigos germanoparlantes, especificamente austriacas y austriacos. Cosa que es de por sí ya difícil (encontrarlos, digo). Luego, tienes que toparte con la suerte y coincidencia de que algunos de ellos quieran involucrarse en un proyecto de este tipo. Y aún más, que sean buenos para ello. Yo tuve la suerte de contar con personas valiosas sin las que no hubiera podido ni siquiera empezar el número: Sonja Tiefenbacher, que hizo de relaciones públicas y organizó lo que se refiere al contacto con los autores y editores; Benadette Konzert, que tomó a cargo todo lo referente al proceso de traducción, su organización y coordinación; y Andreas Montalvo, quien hizo de apoyo y dio soporte a los dos grupos de trabajo. Luego de que consigues el equipo, viene lo més dificil: diseñar un plan de trabajo, cumplirlo y no desfallecer, pues es en esta etapa donde los proyectos se desinflan, se abandonan y desaparecen. De hecho, un ingrediente fundamental es creer y que tus compañeros crean en lo que hacen, en el proyecto y no perder las ilusiones que te evoca. El número austriaco de La Siega, con 34 textos narrativos, 32 de ellos traducidos por primera vez al español, tardó 3 años en publicarse. Es obvio que sin creer en lo que estás haciendo y sin ilusión, no consigues esto.

CN: ¿Qué ventajas ofrecen los medios digitales para la gestion cultural?

LMH: Todas. La red de contactos que te facilita. La velocidad de comunicacion. El alcance de la difusion. El abaratamiento de costos. Son cosas por las que nos podemos sentir agradecidos. Después de 20 años de vida digital en la comunicación, no podemos guardar desconfianza hacia ella, puesto que hasta ahora sólo ha demostrado ventajos. Cuando aparezcan desventajas reales, ya nos ocuparemos de ellas. lo que toca es aprovechar de las herramientas que nos proporciona.

CN: ¿Crees que el libro ha perdido fuerza contra el fenómeno de la promoción electrónica?

LMH: No. Creo que el libro, gracias a las nuevas tecnologías y la difusión digital, ha vuelto al lugar que le corresponde y se merece. Que se distribuyan libros en pdf en las redes P2P o que se vendan ediciones electronicas es en sí un problema para las editoriales, no del libro. El formato libro es incombatible y hasta ahora no se ha inventado ni se inventará —al menos hasta que dure el capitalismo— un objeto electrónico que, además de todas la comodidad que el soporte libro procura, no se malogre, dure por siempre, te dé confianza y en el que valga la pena alojar toda tu informacion y documentacion. Creo que la promoción electrónica, lo que está haciendo es que la industria editorial se limpie de manera natural, se oxigene, baje la velocidad, que no se imprima por imprimir, por mover el mercado que de saturado se pierde en el cosmos. Nadie sabe con certeza cómo terminará acomodándose todo pero, en lo personal, creo que lo máximo que podrá hacer el libro electrónico contra el libro en papel es convertirlo, como hace siglos atrás, en objeto de culto, y eso es genial.

CN: En la edición electrónica de El País del 19/07/2011 se publicó una nota sobre un Prostibulo poético, cuyos escritores difunden la literatura vestidos como prostitutas de los años 20. ¿Qué acciones funcionan y cuáles no cuando se hace contracultura?

LMH: Definitivamente las acciones que tienen mds probabilidades de funcionar son las que reciben inyecciones de dinero, las que compran medios y engruesan su capacidad de convocatoria. Luego, depende de tu red de contacos y de su capacidad de influencia: esto es otra forma de inversión, porque una buena red de contactos no se consigue de un día para el ofro, se trabaja por años, se alimenta, se cuida, esperando el momento de cosechar sus frutos, se abona con detalles, se conquista. Ahora, si no tienes dinero y no estás dispuesto a pasar por esto, no te queda otra que creer en ti, en tu idea y llevarla a cabo. En la actualidad existen medios accesibles para lograr hacer una propuesta más o menos conocida. De todas maneras, el éxito está directamente relacionado con tus expectativas. En el caso de estas chicas y chicos de Barcelona, han tenido los medios y el dinero para aparecer en El Pais y procurarse disfraces y un velero de inicios del siglo XX respectivamente. Lo curioso de su performance es que sugieren una forma de ver a los poetas, no muy nueva pero si más o menos privada, con la que muchos concordamos: como putas (no como mercenarios).

CN: ¿Cómo surge la Agrupación Cornelista?


LMH: la Agrupación Cornelista surge de la unión de diversos individuos por un ideal común: la desaparición del ser humano de la faz de la Tierra, para dejérsela a la nueva especie de simios pensantes en la que Cornelistas Elegidos trabajan. Esto, desde luego, no es ningún delirio, más bien lucidez. Es tener los ojos bien abiertos ante el futuro por el que nuestra especie ha trabajado desde siglos: la destrucción, pero sobre todo la autodestrucción, tan innata a nosotros como nuestra capacidad de lenguaje, ante la cual no tiene oportunidad nuestro poder de regeneración, siempre obsoleto y simbólico. Y es precisamente para ayudar a la buena culminación de dicho futuro, a bien guiarlo y acelerar su proceso, que se formó la Agrupación Cornelista, ya que mientras más pronto abandonemos el planeta, menos atrofiado se los dejaremos a la nueva especie dominante. En otras palabras, lo que busca el Cornelismo es la relajación y despreocupación absoluta del hombre con respecto a su cuidado, el de su enforno y a sus impulsos más humanos: que contamine más, que consuma más, que ame más, que se entregue al exceso y a su esencia más humana. Por lo demás, es la manera más alegre y báquica de disfrutar la vida.

CN: ¿Es el Cornelismo una venganza contra la publicidad, una gran tomadura de pelo, una forma de misantropía eco-amigable?

LMH: Es todo eso y más. Y, desde luego, ninguna de esas cosas, ya que se basa en la calidad humana, que es ser omnívora y paradójica, para alentar sus potencialidades destructivas. Para ello, insta y valora el consumo vacuo y salvaje, se considera capitalista y neoliberal militante; es contrario al ecologismo humanista, es decir, al ecologismo que tras su máscara verde guarda como fin salvar al humano o salvar al planeta para salvar al humano, que es lo mismo; que cree en el amor puro, tan puro que no es atrofiado por el deseo de la reproducción, el amor autocomplaciente; etc. Posturas que, tal vez, pueden ser interpretadas como tomaduras de pelo, como todo lo que no se alinea a la doctrina dominante, pero que obviamente, para nosotros, no lo son y que, més allá de nosotros, sabemos que son deseos y verdades trascendentes a nosotros, que guardamos todos dentro, porque ¿quién no sabe que la especie más devastadora del planeta es la nuestra, la especie más belicosa, que agrede no por hambre sino más bien por placer, curiosidad o ambición, que lo mejor que le puede pasar al planeta es que desaparezcamos, cuanto antes mejor? Asimismo, ¿Quién no reconoce que estamos haciendo todo por destruimos directa o indirectamente, arremetiendo contra nosotros y contra nuestro planeta? Y ¿quién guarda verdadera fe en las posibilidades regeneradoras, reconstructivas o creadoras de nuestra especie? Decirlo es políticamente incorrecto, pero alguien tiene que hacerlo y aquí estamos los cornelistas. Es como formar parte de la historia.

CN: ¿Qué papel juega Moby en la mitología del movimiento?

LMH: Moby, el calvo músico neoyorquino, es el enemigo n° 1 del Cormelismo, ya que representa lo peor de nuestra especie. En 2010, publicamos una diatriba contra su persona en la que lo denunciábamos como lo peor del Ser Humano, por andar fomentando el ecologismo humanisia en una serie de festivales verdes, engañando a jóvenes con el afán de recuperar el sitio que perdió a inicios de la década pasada al entregarse a los caprichos de la industria musical. Esto es parte de su historia y no tiene por qué ser malo, recordemos que la industria musical es una de los herramientas simbólicas del capitalismo salvaje y desesperado, que el Comelismo aplaude. Sin embargo, es en su confusión que embandera la hipócrita preocupacion ecologista fomentando y moviendo una serie de plataformas contrarias al pensamiento comnelista. Lo cierto es que al año siguiente de la aparicién de nuestra diatriba, Richard Melville, verdadero nombre de Moby, publicó su más reciente album titulado Destroyed. Pero no es el único enemigo del Cornelismo, están también Bono, Manu Chao, Al Gore, entre otros.

CN: ¿Cuál es el “target” para estas ideas?

LMH: El Cornelismo aspira en convertirse en un movimiento doméstico, que vaya más allá de un puñado deartistas e intelectuales. Y eso es lo difícil. Y para eso buscamos ayuda.

CN: ¿Quiénes pueden colaborar en el fanzine Simiostein y de qué forma?

LMH: Buscamos gente que pueda redactar textos de pensamiento y literatura cornelista. As como artistas gráficos y diseñadores. Quienes se sientan identificados con nuestro ideal y quieran colaborar con nosoros, serán bienvenidos. Pueden contactarnos a través de nuestros blogs Agrupacion Comelista: por un planeta sin humanos (simiostein.blogspot.com) y Le Cornélisme International (lecornelismeinternational.blogspot.com) Ahí hay correos electrénicos a donde dirigir sus cartas.

CN: ¿Qué próximas acciones cornelistas nos esperan antes de cerrar el 2011?

LMH: En breve saldrá lo versión en español de Le Cornélisme International y preparamos en francés su segundo número. También cargaremos videos de doctrina cornelista en español en nuestro canal youtube CORN3L1O (youtube.com/user/CORN3L1O), por ahora sólo con videos en francés. En noviembre Trafalguar Square publica en Londres el primer poemario comelista Pueblo Joven, libro que también será publicado en Ciudad de México a inicios del 2012. Y una marcha contra Moby en la Plaza Independencia de Montevideo.

Encuentra más información en nuestra sección CONTENIDO en revistaorigama.com.mx
Todas las imagenes cortesia Luis M. Hermoza para ORIGAMA®


Origama, Octubre 2011.
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La Siega / Entrevista a su director (Entrevista, 2010)


Revista: La Siega
Sitio en la red: www.lasiega.org
Dirección de contacto: lasiega@gmail.com
País: España

Entrevista a su director, Luis M. Hermoza
http://www.redirigetuvida.blogspot.com

Teresa Dovalpage: Ante todo, hago hincapié en que un escritor consulte al menos cuatro o cinco ejemplares de una revista antes de enviar una colaboración, del tipo que sea. (Vamos, para que no le vaya a proponer a una sobre decoración de interiores un cuento de ciencia ficción.) Ahora, después que el autor haya hecho su “tarea” y si su material se corresponde con el estilo de la publicación, ¿aceptan ustedes colaboraciones espontáneas?

Luis M. Hermoza: Sí. Acepto.

Teresa Dovalpage: Entre los materiales que aceptan ¿se encuentran cuentos, minicuentos, fragmentos de novela? ¿Deben ser inéditos o pueden haber aparecido ya en algún otro formato? ¿Cuál es la extensión mínima y cuál es la máxima?

Luis M. Hermoza: Acepto cuentos, microcuentos, fragmentos de novela, cualquier texto que encaje en los géneros que solemos publicar: poesía, narrativa, ensayo y arte. Un requisito preferente es que sean textos inéditos en Internet. No importa si han sido publicados en otros formatos. Y la extensión es de 1 cara a 10 a espacio y medio.

Teresa Dovalpage: Qué bien… de modo que si un cuento ha sido publicado en un libro o en una revista que aparezca sólo en papel, es posible mandárselos a ustedes y así darle promoción al libro o a la revista en cuestión. Ahora, aparte de leerse unos cuantos números anteriores, ¿qué le aconsejarían a un autor que quiera publicar en La Siega?

Luis M. Hermoza:
No me gusta dar consejos. Para aparecer en la revista lo único que tiene que hacer es interesarle al consejo de redacción por el motivo que sea. ¡Ah! Y para una mejor lectura, prefiero no toparme en los archivos adjuntos con libros enteros, prefiero que el autor previamente haya preseleccionado su material. Esto es en narrativa 1 o 2 cuentos, en poesía máximo 10 poemas, en los géneros de no ficción máximo 2 ensayos, reseñas, entrevistas, artículos.

Teresa Dovalpage: Tienes razón, eso de que manden diez cuentos para que el consejo de redacción escoja uno… vamos, que es dar demasiado trabajo a los editores, que bastante tienen qué hacer. Quiero agregar antes de despedirme que entre las obras de teatro publicadas en La Siega se encuentra "Pestañas prodigiosas", del mexicano Reynaldo Carbadillo, que mi clase de español avanzado disfrutó muchísimo hace dos semestres (http://www.lasiega.org/index.php?title=Pesta%C3%B1as_prodigiosas).

También recomiendo que visiten el Vlog (sí, con “V”) de la revista (http://www.lasiega.org/vlog/?postid=66).

Muchísimas gracias, Luis, por esta entrevista y por mantener La Siega abierta a tantos autores y a tan variados géneros literarios.


Blog de Teresa Dovalpage, 14 de agosto 2010.
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Las horas gratas (Semblanza, 2009)


Por Alfredo Cárdenas

Como si contemplara el fondo de la boca de una calle de Gracia en Barcelona, evoco los corredores de la memoria y, como si fueran cuatro meses han pasado unos años en donde miro el reloj y el rostro de los viejos amigos. No hay casi dientes en una vieja castellana, que abre la boca por el sopor de la noche y muestra su epiglotis, y algunas verduras en la mano. Ella busca algunos ví­veres caducados en un contenedor que lanza un supermercado cada noche; aquella mujer posee los dientes suficientes para contar las décadas de un libro extraviado, que no he podido leer o no he escrito todaví­a. Mis viejos consejeros han perdido toda credibilidad, porque el arte es una aproximación sensual a la eternidad. Y, un poeta es un viejo profeta, sin magia, que anticipa alguna alegrí­a o cierta nostalgia, al menos en la perspectiva de los árboles que son los años que no nos hemos visto. Alejandro Tellerí­a y Luis Miguel son esos escritores, sin amigos literarios, que han sobrevivido a estos años de crisis, de otras obras, que han pasado, que se han impuesto lejos de la farándula libresca, y ellos se resisten al organillo de la rutina. Ellos han roto unos moldes que espero que nunca vuelvan a recomponer: la indiferencia.

En un viejo bar gracienc con humos tenues que desdibujan sus rostros de ansiedad, sin esa angustia efí­mera, sino transcendental y enigmática. La fuerza de los viejos poemas de Luis M. Hermoza o sus relatos (en el caso de Tellerí­a) que hablan de un mundo que te susurra, sin ese aire de tragedia que se oí­a antes o esas imágenes religiosas que ahora rechinan, con un tono menor sin golpearte la fe sin dogmas. Los oropeles de alguna tragedia han puesto nuestras bocas abiertas, lejos de este esmalte que nos ofrece una fachada, de viejos editores y falsos escritores, porque las brumas de este febrero necesitan algo de claridad y, los buenos libros, en esta compra-venta que poco entiende de ecologí­a, han sabido escamotearse de los sonidos imperceptibles que sienten los animales literarios que todaví­a sobreviven. Recuerdo los afanes de Luis Miguel Hermoza con unos poemas que han buscado un lugar, no en las librerí­as donde se necesitan, como una paradoja, sino en el dí­a escampado de esa pureza existencial que ha sabido configurar, como un amigo perdido, que aparece en nuestra memoria. Recuerdo otro amigo extraviado en Milán, Percy Hinostroza, cuando hace años contemplamos la torcida naturaleza de una madrugada, que él supo hacer poema y no yo: «Princesita de los bares,» un poema inolvidable que extrajo de esas ví­sceras de poeta joven incomprendido, porque ante nuestros ojos apareció esa mujer sin nombre, y él pudo, al menos, arrancar un tí­tulo y dárselo. Aún antes de esos ripios sin voz de Joaquí­n Sabina. Otro poeta que ha intentado colarse no como las obsesiones de nuestros traumas, sino que aparece en una figura o un cúmulo de imágenes, que nadie puede negar que ha construido y nos ha ofrecido gratuitamente como quien parte trozos de papel en una mesa y ofrece versos: El poeta Rodolfo Ybarra que publicó Sinfoní­a del Kaos y Por la boca muertos, que ha escrito otros libros, que sólo he tenido lejanas noticias, que sus enemigos intentan ocultar inútilmente. Nadie le puede negar un lugar por sus versos, porque es un buen poeta, y no es posible prescindir de ese espí­ritu que busca, no la pose, que todo escritor lo tiene. í‰l tiene algo más, un sentimiento que lo vincula a su tiempo: la solidaridad: «Amo lo horroroso y lo bello / todo lo certero y todo lo funesto// amo las piedras que conocen mis pasos y los pasos de otros hombres y// de otros seres vivos que como yo van en busca de su verdad// amo estas calles cortadas con la chaveta del delincuente// porque él también es mi hermano en primer grado y su// vida también está// marcada con el sello de la desesperación// amo a las prostitutas y a los homosexuales porque su// carne es también mi carne/ porque su sexo es también// mi sexo.» (de Sinfoní­a del Kaos). Y, nadie le puede escatimar ni la poesí­a ni el compromiso.

Nadie puede recuperar o llenar el espacio al que un dí­a dejamos de pertenecer, pero si recordar y encontrar en la memoria los viejos amigos. Alejandro Tellerí­a sabe que la naturaleza loca de su creación ha pagado con años un camino superable de silencios, necesario para sobrevivir. Un libro cuyo tí­tulo sugiere perversidad para los cándidos; formas de un estilo directo, que te acerca a ese mundo que ha cambiado, como una mujer que sale con ropa nueva porque se ha enamorado otra vez. Y contempla unos cuentos que salpican de formas narrativas diversas, un rectángulo donde Tellerí­a encierra sus afectos. Un baúl de narraciones…que reconocemos los que hemos trajinado Lima, sin aire acondicionado, y nos envolvimos de dí­as alegres y de muchas historias tristes. El pulso narrativo que provoca el tí­tulo de Tellerí­a: El Rey de la paja. Los relatos aparecen como siluetas o bosquejos, casi argumentales, que el escritor perfila y no ahonda, o como poemas que sugieren una historia inacabada, pero nos deja las huellas de sus historias como parte de nosotros, que no tiene nada que ver con el de Enrique Congrains en sus paisajes suburbanos de Lima de los cincuenta. Tellerí­a discurre en unos de sus relatos: «Sentí­a ganas de escupir, pero las contuvo. Mario estaba demasiado ocupado en pensar que iba a hacer para devolver esos doscientos soles, que le habí­an prestado y no tení­a cómo devolver, no habí­a tenido trabajo en largo tiempo?» Alejandro Tellerí­a me habló del norteamericano del S. XIX, Dogson que no recordé en ese momento que habí­a leí­do, unos relatos breves?. que no recuerdo aún. Sin embargo en Lima, el poeta Joan Viva ha dedicado casi toda su vida a escribir sobre las cosas que ha amado y ha envuelto de versos: sus amores posibles o secretos, entendió que la poesí­a es una forma de mirar la vida con muchos corazones en el pecho, y dijo: «Trazo testimonios/ guardo recuerdos/ aquel papel cobra vida/ como hembra fertilizada.» Los versos de Joan Viva poseen la nostalgia de los viajeros, de aquellos que no retornan, porque toda vida es un largo relato de momentos, y él los escribe como si fueran la última vez que contempla una mirada o un perfume que nadie repara.

Diario La Hora, 30 de Mayo, 2009
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CV

Formación académica

2019 - 2021

Máster universitario de Educación y TIC

Univeritat Oberta de Catalunya | Barcelona, España

  • Máster en e-learning y nuevas tecnologías aplicadas a la educación
Trabajo final: «La enseñanza de la gramática del español como lengua extranjera a través de tecnología 360°»

2013 - 2015

Máster de investigación en Lenguas, literaturas y civilizaciones extranjeras y regionales especializado en español

Université de Paris Ouest Nanterre La Défense | París, Francia

  • Segundo año: Master 2 Recherche en Langues, littératures et civilisations étrangères et régionales spécialité Espagnol
Trabajo final: «Entorno a la semilla genésica : asedio histórico e ideológico al concepto de hibridez en El pez de oro (1957) de Gamaliel Churata»
  • Primer año: Master 1 Recherche en Langues, littératures et civilisations étrangères spécialité Espagnol
Trabajo final: «Gamaliel Churata y El pez de oro (1957) : del indigenismo a la configuración de la hibridez americana»

2001 - 2006

Licenciado en Filología Románica

Universitat de Barcelona | Barcelona, España

  • Especializado en lenguas y literaturas española, italiana y portuguesa
  • Especialidado en literatura románica medieval

2001 - 2006

Diplomado en Estudios Generales Letras

Universidad Católica del Perú | Lima, Perú

  • Especializado en lenguas y literaturas española, italiana y portuguesa
  • Especialidado en literatura románica medieval

Experiencia profesional en LA Enseñanza

2022 -Actualmente

Maestro de lengua española

Université de Toulon | Toulon, Francia

  • Profesor de lengua española y traducción, de literatura, cultura y cine hispanoamericano en la licenciatura de letras y civilizaciones extranjeras

2019 -2022

Profesor de español ELE

I'm your Spanish Teacher | Barcelona, España - París, Francia

  • Profesor ELE pen clases presenciales y en línea

2012 - 2016

Profesor de español ELE

Olé School of languages | Barcelona, España

  • Profesor ELE para grupos de estudiantes de diferentes edades, desde adolescentes hasta adultos mayores

2012 - 2016

Profesor de español ELE

A2Z Training | París, Francia

  • Profesor de español para grupos en empresas de los sectores de marketing (JCDecaux), edición (Gutenberg Networks) y belleza (Filorga)

2010 - 2011

Profesor de español

Image SA, centre de formation BTS | París, Francia

  • Profesor de español en centro de formación profesional para alumnos de las especialidades Asistente de dirección y Comercial trilingüe

Experiencia profesional en La Edición

2022 - Actualmente

Codirector de revista digital

OJOXOJO.XYZ | Ibiza, España - Marsella, Francia

  • Codirector y coeditor de la revista OJOXOJO.XYZ, que busca convertirse en espacio de diálogo entre la literatura y arte actual hispanohablante y el resto del mundo.

2019 - Actualmente

Editor

La Siega editorial | Barcelona, España - Marsella, Francia

  • Fundador, director y editor de la editorial de literatura La Siega.
  • Libros publicados: 
  1. Cartas a Mauro de su hijo Guillén... (novela) de Miguel Rodríguez Liñan (Perú) y Franklin Guillén (Perú)
  2. La madre rata (novela) de LM Hermoza (Perú)
  3. Trilogía del signo (poesía) de LM Hermoza (Perú)
  4. La guerra en curso (segunda edición, poesía) de Leonor Silvestri (Argentina)

2020

Evaluador de artículos

Mitologías hoy. Revista de pensamiento, crítica y estudios literarios latinoamericanos | Barcelona, España

  • Evaluador de artículos en el periodo enero-junio 2020

2019 - 2020

Co-director de compendio de literatura y pensamiento

2+ compendio de literatura y pensamiento 70% latinoamericano | Barcelona, España

  • Fundador y director de la revista impresa 2+, cuyo objetivo principal es difundir la literatura latinoamericana y española actual

2015 - 2016

Editor

Nos Es Nada editorial | París, Francia

  • Fundador, director y editor de sello editorial de poesía en español en París. 
  • Libros publicados: 

  1. La guerra en curso de Leonor Silvestri (Argentina)
  2. Monosúper de Galo Ghigliotto (Chile)
  3. Pequeño manual de antiayuda de Miguel Lerzundi (Perú).

2004 - 2015

Consejo de redacción de revista impresa

Paralelo Sur | Barcelona, España

  • Selección y edición de contenido literario.
  • Dirección de dossieres: "Literatura peruana actual" (2004) y "Una puerta a la amazonía peruana" (2015).

2010 - 2014

Director de fanzine cultural bilíngüe impreso y digital

El cornelismo internacional/Le cornélisme international | Barcelona, España - París, Francia

  • Director de publicación periódica bilingüe (francés/español) de cultura, política y literatura.
  • 4 números.

2004 - 2011

Director de revista digital

La Siega | Barcelona, España - París, Francia

  • Fundador, director y editor de La Siega, revista digital de literatura, arte y cultura.
  • 18 números.

2005

Asistente de edición

Cafédiverso | Barcelona, España

  • Selección y edición de textos para las antologías de cuentos "Voces del mundo" y "Voces del Perú", sobre intercambios culturales, conflictos y soluciones.
Experiencia profesional en turismo

2012

Agente de turismo

Batobus | París, Francia

  • Marinero de agua dulce en barco turístico por el río Sena.
  • Guía turístico en rutas por el río Sena.
  • Seguridad en barco turístico.
Experiencia profesional en La comunicación

2010 - 2007

Gestor de contenidos y copywriter

Atrapalo.com | Barcelona, España

  • Creación de contenido web para los sectores de marketing y turismo.
  • Redacción de textos publicitarios.

2006 - 2007

Gestor de contenidos

Inforpress | Barcelona, España

  • Creación de contenido web para los sectores del turismo.
  • Creación de redes de contacto con blogs y revistas del sector turístico.
Actividad asociativa y representativa

2011 - 2014

Fundador y miembro de la Agrupación Cornelista: por un planeta sin humanos (Barcelona-París), con el objetivo de desaparecer la especie humana.

2004 - 2011

Fundador y miembro de la Asociación Cultural La Siega (Barcelona), cuyo objetivo era crear lazos culturales entre los estudiantes latinoamericanos y españoles en la Universitat de Barcelona.

2007 - 2009

Miembro de la Asociación Tessel.la (Barcelona), cultura medieval, cuyo objetivo era acercar la cultura de la Edad Media a los estudiantes de la Universidat de Barcelona. 

Lenguas
  • Español
  • Francés
  • Inglés
  • Italiano
  • Portugués
  • Catalán
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