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Enrique Góngora | «Brutalismo», de Achille Mbembe
Paidós ibérica | Barcelona | 2022 | 232 pp
Traducción: Núria Petit Fontseré
En su primer ensayo desde la crítica postcolonial (De la Postcolonie, aparecido en el 2000), Achille Mbembe abordó el tema de la imaginación política en el África contemporánea mediante el análisis del discurso académico y el popular, así como de la imagen estereotipada que se tiene del continente cuando es estudiado desde la orilla occidental del llamado Norte global. En 2003, en su ensayo titulado Necropolítica, el neologismo se presenta como una noción que define las formas contemporáneas del sometimiento de la vida al poder de la muerte. Con ello inaugura el camino por el que transitarán sus reflexiones en torno a la práctica y la experiencia del poder “como ejercicio de demolición de los seres, las cosas, los sueños y la vida en el contexto africano moderno”1.
Basándose en la crítica de Michel Foucault sobre la noción de soberanía en relación con la guerra y el biopoder, Mbembe propone una soberanía entre cuyos atributos y límites básicos se encuentran el poder y la capacidad de dictar quién puede vivir y quién debe morir:
“Ejercitar la soberanía (imperium) equivale a tener el control sobre la mortalidad y ser capaz de desplegar la vida como una manifestación del poder.”2
Mbembe ha sido un atento observador de las formas en que el ejercicio de la razón y la política de la soberanía quedaron inscritas en los conceptos propuestos por los programas de la Modernidad europea y su preferencia por las teorías normativas. De allí el interés del autor en las figuras de la soberanía no centradas en la autonomía de los individuos o en las instituciones sociales, sino en “la instrumentalización generalizada de la vida humana y la destrucción material de los cuerpos y las poblaciones”3 sobre las que ha venido reflexionando a lo largo de las dos últimas décadas. Su interés lo llevó a publicar en 2013 una Crítica de la razón negra, seguido por Políticas de la enemistad (2016), un lúcido estudio sobre las relaciones humanas en los contextos de hostilidad propios de las democracias en descomposición. El estudio sobre la materia y el espíritu iniciado en Necropolítica lleva a Mbembe a conocer la obra de Ernst Bloch, después de haber estudiado la Fenomenología del espíritu de Hegel. Partiendo de la dialéctica hegeliana, desarrolla su apreciación de la esperanza como principio presente en Bloch.
Ernst Bloch cree en una racionalidad inherente a lo real que representa la inversión de la dialéctica hegeliana y sitúa la materia en lugar del espíritu; aquélla es entendida como potencialidad pura, abierta, contraria al espíritu hegeliano encerrado en sí mismo. En su ensayo El principio esperanza (1947) Bloch presenta la esperanza como categoría fundamental del hombre. Su ensayo es una fenomenología de los estados utópicos de la conciencia a los que Mbembe aludirá en Brutalismo, su ensayo más reciente (2020).
En cuanto a su visión sobre la historia universal, podríamos situar a Mbembe como cultor de un género de filosofía de la historia que no se ciñe exclusivamente a orientaciones analítico-críticas o sintéticas. Antes bien, su trabajo atiende de manera omnicomprensiva o “supersintética”4 a ciertos desarrollos históricos que considera como símbolos o signos del curso seguido por la historia; y en el caso de Brutalismo, su descripción del devenir del continente africano se presenta como ejemplo de lo que ocurrirá a nivel planetario. También cabe señalar que la obra de Mbembe evidencia la impronta del médico, psiquiatra y activista político Frantz Fanon, autor de los ensayos Piel negra, máscaras blancas (1952) y Los condenados de la tierra (1961); este último es considerado como un alegato por la descolonización, publicado durante las guerras de independencia de Argelia (1954 - 1962) y de otros procesos de descolonización en los territorios africanos que, en la década de 1960, seguían bajo dominio de las potencias europeas.
El libro que aquí reseñamos, Brutalisme, fue publicado en 2020 y se sitúa en el desarrollo y ejemplificación de las premisas contenidas en Necropolítica. El título alude a un concepto que tiene un significado eminentemente político, pero justifica su uso como un término tomado del pensamiento arquitectónico, según explica Mbembe en el preámbulo:
“¿qué es la política sino una acción sobre elementos de todo tipo a los que nos esforzamos por dar una forma, si es preciso por la fuerza; es decir, un auténtico ejercicio de torsión y de remodelado?”
Valiéndose de la riqueza del material socio etnográfico disponible, el prólogo de Brutalismo se anuncia como el fresco de una época “presa del pathos de la demolición y de la producción a escala planetaria de reservas de oscuridad”. Para ello Mbembe propone, en una descripción por cortes, plantear nuevas preguntas y pronunciarse sobre cuestiones o realidades centrales como el cálculo computacional, la economía neurobiológica y “la esfera de lo vivo sumido en un proceso de carbonización”. Los temas abordados comprenden “las transformaciones de los cuerpos humanos, el futuro de las ‘poblaciones’ y la mutación tecnológica de las especies, sean humanas o no”.
Mbembe entiende el brutalismo como el proceso por el cual ahora el poder, como “fuerza geomórfica”, se sirve de técnicas políticas como la fracturación y la fisuración, las cuales también posibilitan la creación de especies humanas nuevas a las que se aplican métodos de represión que se caracterizan por la “perforación de los cuerpos y las mentes”; a ello se añaden unas lógicas del agotamiento y de la eliminación, necesarias para hacer posible la extracción. Con ello se refiere a la universalización de la “condición negra” que hoy ocurre a escala planetaria y produce las reservas de oscuridad. Mbembe había señalado antes la “enorme porción de una humanidad ahora confrontada a unas pérdidas excesivas” y al agotamiento de las capacidades orgánicas5, lo cual puede definirse como un “devenir africano” del mundo. Tal y como ocurrió en tiempos de las conquistas y empresas coloniales desde finales del siglo XV, hoy vuelven a producirse grandes operaciones de ocupación de territorios, esta vez a cargo de corporaciones cuyo poder aspira a la eternidad en su capacidad de ejercer el dominio sobre los cuerpos y los imaginarios con el fin de desmantelar, disgregar o demoler toda posibilidad de existencia pasada o futura:
“Como el estado de excepción se ha convertido en norma, y el estado de emergencia, en permanente, se trata de utilizar a fondo el derecho con el fin de multiplicar los Estados de no derecho y desmantelar toda forma de resistencia”.6
Brutalismo nos presenta los cambios de época y de condición engendrados por las transformaciones de la biosfera y la tecnosfera como un proceso a escala planetaria que busca precipitar la mutación humana; Mbembe lo denomina “liberación terrestre”, es decir, un nuevo nomos de la Tierra impuesto a sus habitantes bajo el cual impera una condición de segunda naturaleza; en ella, la sociedad podría quedar abolida, o ser sustituida, por un nanomundo que conseguiría “repatriar lo humano al punto de unión de lo material, lo inmaterial y lo incorporal, borrando de una vez por todas cualquier traza de arcilla inscrita en la frente y en la cara de la humanidad”.7
Es así que, según Mbembe, la transformación de la humanidad en materia y energía se revela como el proyecto último del brutalismo. Frente a ello, su ensayo se declara “en favor de una nueva conciencia planetaria y de la refundación de la comunidad de los humanos en solidaridad con el conjunto de los seres vivos”. En su reflexión sobre las reservas de oscuridad y las figuras del tiempo y del poder, Mbembe advierte que no pretende invitar a la melancolía sino sentar las bases de “una crítica de las relaciones entre memoria, potencialidad y futuridad”8, acerca de aquello en lo que nos hemos convertido, o lo que podríamos llegar a ser, tanto en África y en la humanidad como en el planeta entero. Es precisamente este punto de partida con el que su prosa consigue deslumbrar desde las primeras páginas. Brutalismo describe una civilización digital que pareciera dar por consumida la breve historia de la humanidad, “como si el tiempo mismo hubiese perdido toda potencialidad. Como si, al estar el sistema de la naturaleza desquiciado, ya no quedase más que contemplar el fin del mundo”.
Haciendo un repaso por el curso de la historia, Mbembe aborda la verdad de los hitos de muerte que han marcado las invasiones y conquistas territoriales, desde el establecimiento del comercio de esclavos, las reducciones y reservas destinadas a los pueblos originarios en los estados coloniales; y sus posteriores réplicas en los campos de concentración de los regímenes totalitarios hasta llegar a la segregación racial en el apartheid sudafricano, los muros de la ocupación colonizadora de Palestina o la administración de las fronteras externalizadas de la Unión Europea y en países como los EE.UU. y Australia.
Las viejas pulsiones imperialistas del Norte global y la edad de la “combustión del mundo”, en una etapa postindustrial, vuelven a tomar sus puestos en la carrera por un nuevo reparto de la tierra en la que esta vez se procederá a lo que Mbembe llama la gran sustitución. Todo ello se complementa con una aceleración inesperada del “devenir artificial” de la humanidad en el marco de las lógicas de cuantificación. Por eso Mbembe nos dice que el brutalismo se caracteriza por entrelazar varias figuras de la razón: la razón económica e instrumental; la razón electrónica y digital y la razón biológica y neurológica, sin distinción entre lo vivo y las máquinas: “La tecnología se ha hecho biología y neurología. Se ha convertido en una realidad figurativa, y es el conjunto de las relaciones fundamentales de los humanos con el mundo el que se ha visto alterado”.9
En el capítulo titulado "La comunidad de los cautivos" se incluyen elementos del discurso que pronunció Mbembe al recibir el Premio Ernst Bloch en 2018. En él explica cómo el proceso de desmaterialización del brutalismo no ha bastado para borrar la materia, y desde ese enfoque describe a los cautivos y los fugitivos como dos formas de “comunidades negativas”. Del optimismo crítico y militante aprendido de Bloch, extrae Mbembe la savia para describir su propuesta de una humanidad potencial y la política de lo vivo, que ofrece como alternativa en tiempos de una nueva economía-mundo que insiste en su estructura basada en las viejas divisiones raciales.
Brutalismo es sin duda un ensayo que requería ser dado a conocer en español en la medida en que describe el impacto del capitalismo digital sobre las poblaciones y los vastos territorios del Sur global; un capitalismo que hoy confirma su dominio universal sobre los estados nación e impone sistemas políticos híbridos y postdemocráticos para atender sus urgencias frente a la precipitación de los desplazamientos en marcha, las eliminaciones y las mutaciones. Con ello el Capital busca sustituir a los habitantes de territorios ancestrales en un proceso de liberación terrestre afín a sus objetivos extractivistas, transfiriendo a la esfera civil las técnicas propias del campo de batalla.
Notas
1 Achille Mbembe, Brutalismo (2022), Paidós, Editorial Planeta, Barcelona, p. 15.
2 Achille Mbembe, “Necropolitics”, Public Culture, Duke University Press, 2003.
3 Ibid, p. 14.
4 José Ferrater Mora, (1982), Cuatro visiones de la historia universal, Alianza Editorial, Madrid, p. 12.
5 Achille Mbembe, Crítica de la razón negra: ensayo sobre el racismo contemporáneo, Nuevos emprendimientos, Barcelona, 2016.
6 Achille Mbembe, Brutalismo (2022), Paidós, Editorial Planeta, Barcelona, p. 13.
7 Ibid, p. 16.
8 Ibid, p. 18.
9 Ibid, p. 19.
10 Ibid. p. 22.
Enrique Góngora
[Lima, Perú] Es traductor y lector en idiomas nacido en Perú y licenciado en Literatura Comparada por la Universidad de Barcelona. Durante su trayectoria como formador en el empleo ha desarrollado materiales didácticos para el aprendizaje de idiomas con un enfoque en derechos humanos, justicia social, sanitaria y ambiental, y en tecnologías cívicas. Ha traducido o coeditado, entre otros, Políticas TIC: Manual para principiantes (2005), Manual de recursos en derechos humanos LGBT (2002) y Aplicando la ciencia del aprendizaje (2020), Ed. GRAÓ, Barcelona.